Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Permiso de obra, permiso de ruido

20/08/2020

Entro en Palencia desde San Antonio, y pasando Villa Sagrario, que fue la casa del querido amigo José María Fernández Nieto, el ruido me anunció que las obras de Los Jardinillos habían comenzado. Desde estas líneas, recuerdo a Tomás Nozal y a los palentinos que aplaudieron la conservación de las distintas especies que adornan el querido y visitado parque desde tiempos lejanos. Poco antes, dediqué mi columna a los árboles bajo los que, 1963, cuando maestra en Juan Mena, despedía a mi novio que ejercía en Becerril; esperábamos la llegada del tren y nos brindaban protección e intimidad deseada.Palencia merece entrada digna, de ciudad moderna. Temo que, como hubo reformas y colocación de esculturas en rotondas, que hacen llorar, sustituyendo a flores de tonos hermosos, cambiadas en la estación oportuna por expertos jardineros, y eran agradables a la vista, pueda ocurrir que nos dejen aquello más técnico y frío que una nave espacial, y la fantasía y los recuerdos se nos borren al comprobar que no es oro todo lo que reluce por más euros que el proyecto acapare. ¿Qué fue de la apisonadora?Un permiso de obra acarrea ruido. Hay quien compra un piso viejo en el centro y lo remodela con el disgusto de vecinos que respiran polvo y aguantan ascensor, siempre ocupado por cascotes de la obra ya que no ponen el tubo correspondiente para evacuarlos hasta un contenedor, como es lo obligado. Me temo que la obra declarada sea mínima, la tasa escasa y el coladero, a la orden del día. La autoridad debería actuar. No molestarían tanto a los vecinos.