Antonio Álamo

Antonio Álamo


Mudanza

25/02/2021

El soporte sobre el que se plasma una acuarela es papel. También son necesarios un par de pinceles, unos tubos o pastillas, un lápiz si acaso, unos botes con agua y paciencia, mucha paciencia. Una vez terminada, es conveniente esperar a que seque y a continuación puede guardarse en una carpeta para evitar que la luz directa del sol la dañe. No obstante, si el resultado no ha sido el deseado, basta con depositarla en la papelera más cercana sin mayor miramiento. Cualquiera de ambas opciones es válida.
Papeles hay unos cuantos y se diferencian -en líneas generales- por la marca, gramaje, composición, prensado y textura, con lo cual es fácil presuponer que la misma pintura va a ofrecer algunas diferencias en virtud del soporte sobre el cual se ha fabricado, pero no tantas como para desechar la acuarela recién terminada. En lo que sí hay coincidencia es en admitir que todos, sin excepción, son susceptibles de ofrecer defectos de fabricación que a veces solo pueden observarse cuando los pigmentos han reposado suficientemente.
¿Qué hacer en casos así? Tratándose de imperfecciones de escasa relevancia, todo indica que es mejor conservarla y no renegar para siempre de esa marca de papel, quizá porque no pasa de ser un elemento secundario frente a la composición, tonalidades, armonías y estética. Así ocurre a menudo en la pintura y en otras actividades.
En la política, sin embargo, las cosas suceden de diferente manera y el Partido Popular ha decidido desprenderse de su sede en Génova 13, quizá porque la repercusión de determinadas ‘imperfecciones’ que aparecieron hace mucho tiempo ha aconsejado una súbita mudanza. La decisión en sí es tan legítima como la de renegar, por ejemplo, del papel Fabriano de 600 gramos, liso, y usar otro de 300, rugoso y de diferente marca, pero la utilidad de tal medida parece a simple vista discutible. La sede, como el papel de acuarela, es un simple soporte y no va a solventar los principales problemas que aquejan al partido. Más que nada porque, de la misma forma que cuentan los pinceles, los pigmentos, la imagen que se quiere plasmar y la paciencia suficiente para llevarla a cabo con cierta tranquilidad, quizá en política sean otras las prioridades que deban acometerse.