Los Reyes hacen una gira por España muy poco convencional. Nada que ver con reuniones con las autoridades, recepción a las que se invita a las fuerzas vivas, saludos desde los balcones de los ayuntamientos y regalos institucionales. En esta ocasión han querido hacer un recorrido de verdad por la España que ha sufrido y todavía sufre un confinamiento que se ha llevado por delante miles de vidas, ha arruinado negocios, deja sin trabajo ni se sabe a cuántos centenares de miles más de españoles, cierra fábricas y ha destrozado la mayor fuente de riqueza: el turismo.

Doña Letizia se ha calzado las alpargatas y Don Felipe se ha quitado la corbata. No es un detalle menor, sino indicio de su disposición a traspasar la superficie para conocer los efectos reales del covid hablando cara a cara con los que han sufrido sus consecuencias y les ha cambiado la vida para siempre. El símbolo de esta gira es ya “Las 3.000 viviendas” de Sevilla, considerado el barrio más pobre de España pero que además de la miseria conoce muy bien las desgraciadas secuelas de la droga y de la violencia que genera la droga. Ni uno solo de los habitantes es ajeno a esa desgracia: en unos casos, porque ellos mismos, o sus hijos están enganchados a esa lacra; en otros, porque siendo ciudadanos que solo quieren vivir en paz, no pueden porque simplemente llegar de noche a casa supone un riesgo.

Probablemente los Reyes nunca han tenido oportunidad de conocer de primera mano la trastienda de la España más empobrecida. Una trastienda que han querido verla con sus propios ojos y hablando con los que la sufre, no recibiendo en Zarzuela a sus representantes.

La gira, que quieren que incluya a todas las regiones, es insólita precisamente por lo que supone de cercanía con los que realmente pueden explicar cómo es la España que habitualmente no conocen los reyes ni la mayoría de los políticos. El mundo rural más allá de las grandes cooperativas, cómo intentan sobrevivir los negocios pequeños y medianos que vivían del turismo, el sufrimiento de los que no saben aun qué sucede cuando finaliza su ERTE, o la de que se han quedado sin trabajo en edad difícil, más de cincuenta años pero lejos de la jubilación.

Durante el confinamiento, los Reyes han mantenido reuniones telemáticas con colectivos que les ofrecieron datos sobre la situación de la España del COVID-19, pero ahora han querido conocer directamente tanto a los que han perdido todo, como a los que están consiguiendo salvar los muebles tras una pandemia demoledora.

Colaboran con infinidad de organizaciones no gubernamentales, están muy implicados en proyectos relacionados con los jóvenes y con iniciativas sociales dirigidas a los más desfavorecidos. Pero en esta ocasión han ido mucho más lejos: voy a donde estás para que me lo cuentes tú, sin intermedarios.