José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Los santos barbudos

16/01/2021

Mañana es San Antón, la festividad más importante después de la Navidad y la Epifanía y el primer santo invernal que abre la puerta a San Sebastián, San Vicente, hasta la Candelaria. La expresión de los santos barbudos se refiere sin duda a San Pablo -primer ermitaño- a San Mauro y a San Antón, cuyas festividades se celebran el 15, 16 y el 17 de enero, porque a San Sebastián no nos le figuramos con barba en ninguna imagen ni pintura. La tradición, de arraigo popular en el refranero, alarga la semana de los barbudos e incluye más días presididos por santos que, evidentemente, llevan barba. Son San Fructuoso, que celebra su festividad el 21 de enero, y San Vicente Mártir, el día 22.
Señala San Antón un punto más de luz en la remontada del sol después de la oscura travesía del solsticio de invierno y, aunque el refranero nos anima -por San Antón, media hora más de sol-, estamos en el periodo invernal más frío y, a pesar de que el sol va alargando sus visitas diarias, todavía continúa muy bajo en el horizonte. San Antonio Abad, su nombre de verdad, es un santo muy popular y celebrado, aún en estos tiempos descreídos. Patrono de los animales. San Antón es su protector, el santo a quien antaño se encomendaba al cerdo de matanza anual y toda clase de animales de abasto y labor. Ahora bendice al perrito, al gato y las más variadas y hasta mimadas mascotas. Es la vida urbanita del siglo XXI, restos de aquellas fiestas tradicionales, rumbosas y folclóricas.
En esta ocasión, atados, enmascarados y recluidos por la pandemia universal, no correrán las vueltas a San Antón, ni subirán la cuesta en Castromocho, ni habrá bendición de animales, ni se unirán en cofradías y comanditas amigables para honrar a los santos barbudos; ni tampoco a San Sebastián en Paredes de Nava o Abarca, entre otros lugares de la provincia. Lo más aconsejable en este momento es quedarse en casa, invocar a los santos y, parodiando a Benedetti, esperar a que la tormenta pase, se amansen los caminos y seamos sobrevivientes. Siempre con la esperanza de que habrá otros ‘santos barbudos’ y amigos con los que compartir encuentros de buena amistad.