Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Aquellos niños. Sus juegos   

24/06/2021

Atravesé El Salón. Iba a la compra. La tarde daba respiro a lluvia persistente con tormenta incluida. Junio parece llorar, que no reír. Grupos de niños bailaban sus peonzas y lo hacían bien. La destreza de uno hizo que me detuviera. Lanzada con salero, iniciaba el baile de modo perfecto. Se agachó y, separando los dedos índice y corazón de su mano derecha, apoyada totalmente abierta delante de la bailarina, consiguió que subiese por su palma y girase en ella, mientras subía y bajaba la mano mostrando gran pericia. La dejó en el suelo y allí dio, aún, alguna vuelta. Me alegro de que los juegos tradicionales se recobren.
Até recuerdos. Volví a 1977, centenario del colegio Modesto Lafuente donde quise educar en valores. Diputación patrocinó una revista, el prólogo de Jesús Mañueco. La portada de J. L. Quirce. Participaron García Velasco, Herrero Antolín, Ascen del Valle, Casilda Ordóñez y Rafael Oliva con ilustraciones sobre los juegos infantiles de entonces (tabas, teja, aro, peonza, tirachinas, diábolo) válidos para desarrollar habilidad, paciencia, camaradería, respeto, ayuda mutua y paciencia en la espera del turno del juego. Añadan bullicio, alegría y libertad para jugar en el barrio de La Puebla poblado, entonces, con matrimonios jóvenes, buena gente trabajadora. Es otro el tiempo, pero bueno sería recuperar los juegos tradicionales, al menos en los patios de los colegios, y ¿por qué no?, en los espaciosos parques ajardinados que nuestra ciudad tiene. Pulmón y lugar de encuentro. Uno, Los Jardinillos, tras su remodelación, se inauguró el pasado día 15. Dediqué una columna al comenzar las obras y pedía que no cortasen los árboles (aunque no fuesen perfectos como los tomates transgénicos) y me alegra la valentía del amigo Nozal que alzó su voz y arrastró a tantas personas en el mismo deseo. 
Nuestro alcalde y su corporación recogieron la palabra del ciudadano. Bueno es escuchar, obró con sabiduría y los árboles, no todos, siguen en pie. El espacio luminoso creado invita a recorrerlo con pausa. Entre tanta blancura inmaculada, la masa forestal parece cerca del cielo aportando grandeza de años. Espero que las palomas sean algo más cuidadosas con sus excrementos y no ensucien los bancos. Hay demasiadas.