José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Inevitable cronología

12/12/2020


Antes de la llegada del invierno astronómico ya estamos sufriendo los rigores de este viento nórdico frío. Días que restan minutos de sol, se adelgaza el taco del calendario y cada hoja que quitamos es una cuenta atrás de este aciago 2020, año bisiesto y pandémico. Inevitablemente dependemos del paso del tiempo, del reloj que mide las horas y los actos de la vida. Los humanos, el hombre y la mujer, son seres temporales pero pueden trascender verdaderamente al tiempo. Lo temporal y lo intemporal son términos conjuntados en cada uno de nosotros. No se oponen, sino que se complementan. Por eso, las actividades como amar, crear ciencia, arte, cultura, tienden a permanecer por encima del tiempo, y hacerse duraderas.
Cada uno es libre de entender a su manera la música, el arte o la filosofía. Así, cuando recreamos un sonido, un paisaje o cualquier pintura sacamos unas consecuencias personales. Hay un cuadro de Caravaggio titulado Narciso que representa a un atractivo joven mirándose en el espejo de una laguna. Pero la imagen reflejada en el agua es su figura envejecida. La muerte de Narciso ahogado mientras contemplaba su propia imagen en el espejo de la laguna representa, precisamente, ese inevitable paso del tiempo. Pero no deja de existir una armonía entre el discurrir del tiempo cósmico y el de los seres vivos; sus ritmos son sincrónicos en una serie de alternancias: el día y la noche, el sueño y la vigilia, el descanso y el trabajo.
Nuestro tiempo, el que vivimos cada día, tiende a ser más personal. Los artistas plásticos, en sus pinturas o esculturas, suelen reflejar la época  en la que se realizan, pero también en muchos casos plasman el estado de ánimo del artista. En la parte baja del río Carrión, en el muro de contención entre el puente de Abilio Calderón y el paseo de Santiago Amón, se están realizando unas pinturas murales de arte urbano. Un museo al aire libre con alegorías del miedo que vivimos: un murciélago y una jeringuilla; una joven reposa tranquila, tomando el sol, esperando el paso de la pandemia, como un resurgir a una nueva cronología.