Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


Los hijos

12/03/2023

No son de sus padres, dijo la inspiradora de la Lomloe, Isabel Celaá.  Con esa frase, lo que verdaderamente quiso decir fue negar a la familia. Las últimas leyes promulgadas por el actual Gobierno conducen a ello. Si una menor decide abortar, lo hará sin que sus padres se enteren, aunque sean ellos los que paguen la atención sanitaria de quienes, por ser menores, estén bajo su tutela. Se niega, así, el valor supremo de la familia. Esto es: crear un cálido recinto de amor, seguridad y confianza entre sus miembros. Es evidente que la falta de cualquiera de esos valores creará problemas en los más jóvenes que se irán manifestando a lo largo de sus vidas. Enfrentarse a un aborto sin la valiosa compañía de una madre, tiene que ser un trago muy amargo para una menor. En la misma línea de evitar que los padres acompañen a sus hijos menores en situaciones difíciles se ha redactado la Ley Trans. Es evidente que la decisión de cambiar de sexo es transcendental. Sus implicaciones en todos los ámbitos de la vida es determinante y no debe tomarse a la ligera. También aquí el cariño y el consejo de los adultos parece importantísimo. La adolescencia es una etapa difícil y confusa y una decisión que tiene tantas consecuencias en la vida de una persona debe ser muy medida. Es evidente que esta ley va a presentar situaciones graves no deseadas-como la de Sólo sí es sí-como ya está ocurriendo en otros países. Es la imposición del feminismo radical y de la teoría queer y la presión ambiental impuesta por la ideología woke. El cambio de sexo solicitado por adolescentes, mayoritariamente femeninas, aumenta considerablemente en aquellos países en los que lleva vigente un tiempo. Pronto veremos sus efectos en España con las devastadoras consecuencias para las familias que ven perturbadas sus vidas con el sufrimiento de los menores. Un evidente síntoma de esta intención destructora de la familia se manifiesta en la sustitución de palabras tan hermosas como padre y madre por extravagantes sintagmas como progenitor no gestante y progenitor gestante respectivamente. Aberrante.