José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


Sementera

16/10/2021

Superada la mitad de octubre, un mes de plena actividad en el campo por terminar recolecciones y empezar una nueva sementera. Este año, con las pertinentes lluvias pasadas, ha brotado la otoñada y se han movido los rastrojos con varias formas de labrar. Han salido a mover el terreno con vertederas o arados verticales, subsoladores, pensando en qué cultivo se quiere sembrar esta campaña. La diversidad de semillas es proporcional a los resultados obtenidos en la pasada campaña, no sólo respecto a las variedades de trigo y de cebada más productiva y que mejor se hayan adaptado al terreno, sino a nuevos cultivos como colza, girasol, etc. 
Los agricultores, tanto de secano como regadío están sembrando modernas plantas que el pasado año tuvieron una cosecha aceptable y que no tengan demasiados problemas a la hora de comercializar en su cooperativa o almacenista. Entre otras cosas, se busca rentabilidad, además de cumplir los reglamentos europeos de al menos tres cultivos. De modo que la semilla es la primera decisión del agricultor. Es la que constituye uno de los estadios clave en el ciclo vital y conocer cómo se produce el establecimiento de la planta es fundamental de cara a la implantación de estrategias que puedan ayudar frente al cambio climático. El agricultor actual es mucho más técnico que su antecesor y se ayuda de los estudios realizados en semillas.
Las condiciones ambientales actuales fluctúan enormemente y los cambios meteorológicos de cada campaña se pueden considerar normales. Puede que gocemos de un periodo de inviernos menos extremos, aunque la percepción nos sea tangible por la comodidad de los trabajos agrícolas. A modo de reflexión y empleando para ello las metáforas de El Principito de Antoine de Saint-Exupéry, debemos ayudar en la generación de «semillas buenas», decisiones adecuadas que nos permitan dar los pasos necesarios para la conservación de la biodiversidad y mejorar nuestra huella en el mundo. Para ello se necesita la ciencia, la conciencia y la capacidad crítica y ética que nos permita avanzar en la dirección adecuada no sólo para el ser humano, sino también para el medio ambiente.