Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Palencia, 50 años después

13/05/2022

Los caminos te van llevando al encuentro de aquellas gentes que se mueven en una sintonía parecida. Los blogs, las redes, la escritura crearon la onda perfecta para conocernos y brindar por tantas historias que nos atraparon. Julián González Prieto, que recuerda a menudo la calle de San Juan donde vivió aquellos años del estraperlo, dejó León para venir a nuestro encuentro. Estamos a mediados de febrero, el termómetro por debajo de los cero grados cuando nos encontramos en la estación con Julián, que viene de León a recordar su Palencia de niño, la de la posguerra, la del tren burra y buen señor. Le consta que Armisén, la presidenta de la Diputación, a donde vamos, conserva un ejemplar firmado de su libro, que es un trozo significativo de nuestra densa historia. Días después, Julián, me contará que la encontró, especialmente en su Calle Mayor, con su ambiente igual de acogedor por parte de sus gentes en todo momento, y sintiéndola, como siempre, muy agradable para vivir; eso sí, echando en falta muchos lugares, emblemáticos para él, que siempre creyó iban a ser eternos. A Julián le gustó especialmente el gran número de imágenes escultóricas en lugares concretos, que dicen mucho del lugar y sus costumbres. Emocionante fue su encuentro con el maestro en la Plaza de la Catedral, que tuve la suerte de inmortalizar. La Huerta de Guadián compensó el disgusto de encontrar Los Jardinillos como desangelados, sin el mobiliario tan familiar para él, y su semblante irá cambiando al adentrarse en el Museo Diocesano, la Diputación y el Casino, lugares, estos dos últimos, inaccesibles en su infancia. 
Alfonso, el guía, que movió Roma con Santiago para complacernos, relajado, como si el tiempo no fuera con él, mostrando con detalle cada sitio, cada cuadro, cada archivo, perfecto conocedor del terreno que pisa y de todos las personalidades que fueron pasando por el palacio de la Diputación cuando él estaba en activo. Si hay que poner un pero, es que no sabe hacerlo corto y todo a su lado exige intensidad y paciencia. Lo que sí es cierto es que vivimos a su lado una jornada espléndida, que culminó el domingo con un pequeño tour por El Cerrato que les contaré en una de las próximas madejas.