Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


Aquí y ahora

13/05/2022

Llevamos una larguísima temporada en la que los pobres seres humanos lo estamos pasando fatal porque no salimos de una y nos metemos en otra, y pagando unas consecuencias de las que no somos culpables, es que no lo somos ni siquiera de haber nacido, claro que no, somos el resultado y a veces la sorpresa de felices tiempos pasados. Y a nuestra heroicidad por sacar pecho, en ocasiones la derrota el enemigo. A ver, a ver cuando decimos: ¡Ya, ya está el sendero sin baches, y lleno de florecillas, y trébol de cuatro hojas! Porque sí, el coronavirus, parece que recula, pero con muchísimo rollo. Por ejemplo, y esto es de risa: la persona asintomática puede ser transmisora por ser portadora sin saberlo, sobre todo para el no inmunizado y que, por lo tanto, es receptivo, o ante patologías... edad avanzada... salud precaria y escasa de defensas... en resumen, un auténtico lío. En casos en el que el tema nos pide a gritos un poquito de evasión, tomamos la prensa, y cuando ya se ha dejado de mostrar el volcán de Palma tragando edificios y personas como un energúmeno, aparece ese cerebro ruso impasible ante los hombres que preparan enormes fosas comunes para introducir a un montonazo de envoltorios en plástico negro... ¡y el mandamás tan campante y sin inmutar ese gesto que produce escalofríos! ¡A mí, me dan ganas de ponerle una tilde en la í! Eso sí, nosotros, los españoles podemos sentirnos orgullosos por nuestra solidaridad en la medida que nuestra subida de precios nos lo permite. ¿Y el tema de determinadas mascarillas, que las pagamos unos, mientras se pitorrean y se enriquecen otros? Bueno, por fin nos sentamos ante el televisor y cuando no nos proyectan MalnaZidos, nos vamos a « Desaparecidos», o a Entrevías... todo ello con tiroteo como fondo, lucha encarnizada, llanto, oscuridad... Los coordinadores retransmisores y jefazos, responsables de algo tan importante como las cadenas informáticas, tendrían que estar lo suficientemente preparados como para que en temporadas mustias infundan ánimo. ¡¡Ya sabemos, y no pretendemos, que van a tener continuamente cuentachistes y bailarines, en pantalla. Claro que no, pero para que encuentren la justa medida no se ha escatimado la recompensa económica. ¡¡Por lo tanto... que den la talla !!. Es una verdadera pena, que mi pobre corazón, que procura portarse bien, se tenga que conformar con un ¡buenas tardes! en tono bajito. Seguimos a los pies de los caballos... y trotan.

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