Óscar del Hoyo

LA RAYUELA

Óscar del Hoyo

Periodista. Director de Servicios de Prensa Comunes (SPC) y Revista Osaca


Ajenos a la realidad

01/11/2020

Tarde de manta y película. La semana en la Facultad ha sido intensa, un auténtico maratón de clases y prácticas. Es sábado por la tarde y Morfeo llega sin avisar, pero, al poco rato de haber caído en sus brazos, el  móvil no para de sonar. Los constantes mensajes interrumpen el apacible duermevela. Alicia se despereza en el sofá antes de ver qué es lo que pasa. Sonríe. Ha sido incluida en un nuevo grupo de WhatsApp llamado Fiesta en casa de Kike. Hay más de una veintena de invitados y uno a uno van confirmando su asistencia a la cita. A nadie le importa que haya toque de queda. Eso no va con ellos. La gran mayoría son universitarios y en pocos minutos se organizan para llevar la bebida y la mesa de mezclas al chalet que se encuentra a las afueras de Granada. La noche promete.
Un perro no para de ladrar en la urbanización donde se celebra la cita. La música se escucha desde lejos. Hay mucha más gente de la que aparecía en el chat. Algunos han decidido llevar a sus amigos y lo que en principio iba a ser una quedada para 20, prácticamente se ha duplicado. Apenas hay mascarillas, ni tampoco se guarda la distancia de seguridad. Los jóvenes comparten cachis y copas, ajenos a una realidad que desde el pasado 21 de septiembre -algo más de un mes- ha provocado en España más de 4.500 muertes.
El reloj marca las 2,15 de la mañana. Alicia está cansada y decide que es hora de volver a casa. Recorre la decena de metros de jardín hasta la salida y, cuando abre la puerta, se da de bruces con la Policía. Las luces y la sirena desatan el pánico y la desbandada es generalizada. El resultado: tres detenidos y  una ristra de sanciones de cuantía más que considerable. La fiesta, en la que no había que pagar entrada y en la que las consumiciones eran gratuitas, les ha salido cara.
España vive la segunda oleada de la pandemia instaurada en la zozobra derivada de los vaivenes de la clase política y con la angustia del temor al contagio y de ver cómo hospitales y ucis se encuentran al borde del colapso. Sin embargo, hay una parte de la población, y no son sólo algunos jóvenes, que, bien por irresponsabilidad o bien por inconsciencia, está provocando con sus actitudes que, lejos de doblegar la curva, la situación se haya descontrolado y el país se encuentre a las puertas del mes de noviembre en una encrucijada tan dramática como la del pasado abril. 
¿Qué es lo que ha fallado? ¿Movilidad? ¿Ocio? La realidad y lo más preocupante, por mucho que se empeñen en demonizar al sector hostelero, es que nadie lo sabe. Según el último informe del Ministerio de Sanidad, casi tres de cada 10 brotes de coronavirus se registran en el ámbito social, otro 13,5 por ciento en los colegios y un 9,3 en los centros sociosanitarios, donde el contagio entre el personal se ha triplicado de manera alarmante en las últimas semanas. 
China ha demostrado que existen fórmulas que permiten controlar la expansión del SARS-CoV-2. La primera y más básica es la de monitorizar la llegada de turistas a los aeropuertos. El gigante asiático implantó un exigente protocolo en el que es obligatorio que todas aquellas personas que entren en el país se sometan a un test PCR. Además, deben pasar una especie de cuarentena antes de circular libremente y estarán controlados en todo momento con una aplicación que deben instalar en sus dispositivos móviles. Aquí, en España, los controles en las terminales internacionales son nulos. Aunque en un principio se implantó el de temperatura, a lo largo del verano ni siquiera se ha llevado a cabo y los aeropuertos se han convertido en la puerta de acceso del virus. Canarias quiere vacunarse y esta semana ha planteado exigir a los turistas un test para poder entrar en las islas, una medida que garantiza la salud y, al mismo tiempo, protege la economía.
Asimismo, el Gobierno chino estableció en sus centros educativos un estricto control que garantiza el distanciamiento de una mesa entre alumnos y la desinfección de manos, ropa y calzado. También se instalaron en la mayoría de las aulas los filtros HEPA, unos aparatos que extraen aire, lo depuran y, posteriormente, lo expulsan ya limpio. En España se pueden contar con los dedos de las manos los colegios que los usan. Las competencias en Educación, igual que en Sanidad, están transferidas a las comunidades autónomas y, en vez de una normativa conjunta, existen 17. 
Alicia ha dado positivo. Lo peor de todo es que su abuelo está ingresado por una pulmonía bilateral provocada por la covid-19. Ella estuvo con él después de  aquella maldita fiesta. 
La expansión del virus está desbocada. El runrún de un confinamiento total cada vez genera más ruido y la población sufre la irresponsabilidad de algunos insensatos que no cumplen con las normas y el desconcierto que genera la clase política por su falta de previsión y sus decisiones contradictorias.