Froilán de Lózar

La madeja

Froilán de Lózar


Volver a Zamora

06/01/2023

No hay cansancio, ni descanso. Las cuatro horas que lleva, aproximadamente, trasladarse de Bilbao a Zamora, las aproveché, además, para ir configurando mentalmente la maqueta de mi próximo libro, que ya se imaginan ustedes que será un viaje por Castilla y León. Pero no un viaje más, ni una guía de tantas, o una semblanza que descubra únicamente lo que siempre se ha contado de los pueblos y ciudades castellanas. Será su historia con la emoción que me provoca recorrer sus calles, y la necesidad que se crea en mí de lanzar a los cuatro vientos lo que siento para que los demás, al menos ese puñado de gente que me sigue, lo anote en su agenda y vengan a sentirlo de forma similar. Ya me llevé de Toro un buen recuerdo antes de que se paralizase todo, y todavía me vienen de vez en cuando los ecos de Puebla de Sanabria y del lago del mismo nombre. Aquellos días no pude visitar el casco antiguo de la ciudad, asentado sobre la peña tajada y admirar las murallas de la que fue nombrada como «bien cercada».
Ceñida por el Duero en su parte sur, Zamora es otra de esas pequeñas ciudades que comienza a despertar. Si nos hemos referido con frecuencia a la riqueza y abundancia del románico palentino, no podemos olvidarnos de Zamora, que con 14 iglesias en el casco histórico la sitúan como la ciudad de mayor número y calidad de templos románicos de Europa.
Zamora fue una de las plazas más importantes del Reino de León, del que formó parte, y el experimentado guía ya nos hizo saber ante la imagen de Viriato que la mayor parte de los ciudadanos se sienten vinculados a esa historia que nos transmite el Romancero    Viejo: 
«Allá en Castilla la Vieja, / un rincón se me olvidaba, / Zamora tiene por nombre, / Zamora la bien cercada, / De un lado la cerca el Duero, / del otro Peña Tajada, / Del otro la Morería, / una cosa muy preciada».
En un país como España y en una comunidad como Castilla y León nos falta mucho por conocer. Ciudades con tanta luz, con tanto arte, lugares que por su densa historia, seguramente, siguen guardando sorpresas bajo sus cimientos. No sirve una lección de historia ni un solo viaje para entenderlo. Lo anoto en mi agenda. Volver a Zamora.