Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


Amor de hoy

21/01/2023

Claro, todo evoluciona ¡y a qué marcha !. Hace años, y no muchos, era rarísimo que una pareja de enamorados decidieran vivir juntos sin haber pasado antes por el altar. Los novios, ni siquiera habrían insinuado tal cosa en sus respectivas familias. Pero el giro de muchísimos grados que ha dado el progreso y sus prejuicios, ha facilitado el tema abriendo una compuerta al amor. Y yo, lo entiendo. Si tiempo atrás, por ejemplo, en una sala de cine, y aprovechando la oscuridad, un novio cogía a su novia la mano y se la acariciaba, ella se encontraba violenta, y si aprovechado la oscuridad la robaba un beso era muy capaz la moza de largarse dejando la película en su mejor momento, sí, porque....¡ claro, por eso me has traído al cine!... Beso que, seguramente, a aquella recatadísima criatura la encantó, pero que tenía que poner morritos para dar a entender que no todo el monte era orégano. Pues bien: estos casos, y otros parecidos, ya han pasado a la historia ñoña y se ha cortado por lo sano, que es por donde hay que cortar todo, cuando quererse a mansalva es lo que manda el corazón. Y no sólo viven juntos los enamorados, es que también comparten mesa, mantel, tertulias y buen rollo los familiares de ambos, se comprenden, se respetan, y como lo que flota allí es el amor, entre refunfuñar y protestar, o aceptar de buen grado está la cosa, pues todos contentos y aquí paz, y después gloria. La pareja es feliz, que es lo que importa. Todas las mujeres pensamos que es mucho más bonito el amor de ahora, que el piropo del albañil desde el andamio. Y si no, que venga Dios, lo vea y lo juzgue, que seguramente desde su nube rosa está aplaudiendo al amor sincero, noble y sin cortapisas. Porque quererse, sin duda, es lo más bonito del mundo. Y llegará un día en que se hablará de las bodas como del encaje de bolillos, porque ya está visto que lo de «hasta que la muerte nos separe» es muy elástico y sobre todo muy ñoño. Y en cuanto al encaje de bolillos de las sábanas de nuestras abuelas, muchas veces cobijarían un amor monótono y rutinario, y algunas esperarían que se durmiera el abuelito para que saliera el verdadero amor del armario. Desde Adán y Eva, nadie nos ha marcado pautas. Ahora las manzanas están carísimas y los Adanes y las Evas de ahora, ambos dan el mordisco en la misma manzana, y después se mueren de risa. Sí, porque el amor es lo que derrocha. Muchísima alegría compartida.

ARCHIVADO EN: Cine, Adán y Eva