Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


El fuego

31/07/2022

Junto con la guerra, está siendo la tragedia del verano. Es decir, la muerte violenta en su vertiente más destructiva. Es cierto que los incendios vienen siendo noticia constante cada verano, pero parece que los de este año son extraordinariamente devastadores. Y también nos repetimos, año tras año, quién o qué los provoca, así como de qué modo prevenirlos. Por lo que dicen los expertos, la gran mayoría es resultado de la acción humana: pirómanos, inconscientes que arrojan colillas o prenden una fogata para cocinar, gente mala que incendia la propiedad de alguien a quien odia, envidia o de quien vengarse. Con mucha menos incidencia se presentan fenómenos naturales como tormentas o rayos que prenden zonas extremadamente secas. La versión del presidente del Gobierno que presenta los incendios forestales como resultado del cambio climático no parece ser avalada por la ciencia, pero de lo que no habla es de aquello que reclaman los que viven en el campo, que no es otra cosa que obtener la autorización para desbrozar el monte, ya que la cantidad de maleza acumulada es un combustible implacable. A pesar de todo, hemos de recordar la importancia del fuego en las culturas ancestrales. Es uno de los cuatro elementos de las cosmogonías tradicionales: el fuego, el aire, la tierra y el agua. Todos ellos presentan una dualidad evidente en nuestras vidas. El fuego devastador también es imprescindible; el agua, que arrasa en las crecidas e inundaciones que destruyen vidas y haciendas es vital; el aire presenta su faceta más cruel en los huracanes y tornados violentos y la tierra arroja fuego y lava cuando el volcán entra en erupción o se abre en mortales terremotos. Siempre ha sido así y así seguirá siendo, por lo que, no por sabido, deje de ser necesaria la prevención.  En la historia del Arte la importancia del fuego es capital dado el protagonismo que las culturas ancestrales le han dado en sus creencias y ritos al divinizarlo, siempre subrayando esa dualidad antitética creadora y destructora. También la Literatura ofrece extraordinarios ejemplos en los que el fuego es una inevitable metáfora. Recordemos a dos grandes poetas palentinos, Fernández Nieto y Miguel de Santiago, que nos ofrecen la presencia del fuego como imagen literaria, en sus excelentes obras.