José María Nieto Vigil

Sin Perdón

José María Nieto Vigil


Una propuesta decente

18/09/2020

Llevamos meses leyendo titulares de prensa, informes y estudios del más variado tipo acerca de los datos relativos a déficit y, en consecuencia, de la deuda pública. No han faltado los mensajes catastrofistas y las recetas que dispensar para amortiguar los efectos de la pertinaz pandemia. No hay sector, ni actividad económica que no se esté viendo afectada por la embestida de la globalización de la galerna provocada. 
 Todavía no se han debatido los Presupuestos Generales del Estado, ni tan siquiera hay un borrador que discutir. Mientras, en Europa, se espera rigor contable y reformas necesarias para entender el despertar de nuestra economía.  España lidera, negativamente, la recesión ‘técnica’ que el viejo continente está afrontando.
El control del gasto corriente es una de las líneas de actuación a seguir y mucho se está hablando al respecto sobre qué medidas se deben adoptar. Los pensionistas están alarmados; los trabajadores afectados por los Ertes se encuentran amargados; los funcionarios se manifiestan contrariados ante la congelación de sus nóminas y los parados incrementan las colas del paro. 
Yo propongo, como medida ejemplarizante, que se aplique un recorte de un 30% en el sueldo de nuestros políticos hasta que finalice nuestro drama colectivo. Me refiero a los honorarios de nuestros representantes públicos, a los responsables ejecutivos designados por los partidos en los diferentes equipos de gobierno, a los altos directivos de empresas  y entes públicos, a los millares de asesores  y cargos de libre elección que hay por doquier y a las cantidades percibidas por los partidos políticos para su financiación.
Algunos dirán que propongo una medida demagógica, pero no es así. En tiempos de dificultades la fuerza del ejemplo se convierte en virtud. El adelgazamiento del gasto no puede correr a cargo, solamente, del maltratado ciudadano. Les aseguro que este ahorro devolverá a más de uno la perspectiva que ha perdido desde sus cómodos despachos y confortables sillones. El dolor y el sacrificio deben  ser compartidos.