Carmen Quintanilla Buey

Otra mirada

Carmen Quintanilla Buey


De ahora mismo

11/07/2022

Conozco un hombre que tiene fama de sabio, y dice: «Si tienes dos trozos de pan, y sabiendo de alguien que no tiene ninguno le das uno, demostrarás que eres muy bueno. Pero si solamente tienes un trozo de pan y se lo das, quedándote tú sin ninguno, demostrarás que eres muy tonto». Yo no sé si tendríamos que aplicarnos el veredicto del hombre sabio de mi pueblo. Lo digo, porque sin haber tirado nada por la borda, cada vez tenemos más mermados los ahorros, los productos de primerísima necesidad, el trasiego burocrático, facturas que se disparan, alimentos sencillos a doble precio... Si se fabrica el dinero al mismo ritmo, pero al distribuirlo va dando la merma y se reduce a mínimos ante el pan y la sal, es que algo  va mal. O es que nos hemos llevado un sobresaliente en la lección del bueno pero tonto o damos quitándonoslo o las cabezas que nos administran razonan con los pies. 
O... no sé, no sé. Ayer, en la pescadería decía una compradora: «Voy a aprovechar la ocasión porque el salmón ha bajado mucho de precio de ayer a hoy; sí porque estaba a 26 y hoy está a 20». Y yo la dije: «Pues hace un año estaba a quince». ¿Quién mueve los hilos de subidas y bajadas? Al parecer, es que al ayudar arrimando el hombro a quien ni siquiera puede roer la espina, podemos dormir con la conciencia tranquila. No cabe duda de que la solidaridad es el mejor somnífero. 
Hacemos muy bien en socorrer, pero hacen muy mal los que sabiendo que los españoles tenemos un corazón que no nos cabe en el pecho, nos hagan bailar en la cuerda floja, si ya vamos algo mejor en el aspecto pandémico, no lo jorobemos fastidiándolo en el aspecto económico, mejor dicho, sanitario. ¡ Sanitario, sí ! Porque una buena y saludable alimentación, si se nos permite llevarla a cabo, deriva en el bienestar y el progreso de una nación porque influye en el ánimo a la hora de tomar determinaciones, en la fuerza física para realizar trabajos rudos, en la parte intelectual para escritores y trasiegos burocráticos y, sobre todo y ante todo, porque  ante un plato de comida apetitosa saludable y bien aderezada, acompañada de un vaso de buen vino se logra que la depresión se vaya al carajo de una puñetera vez. Las bocas, destapadas a medias tintas, en personas sanas necesitan sus ingredientes para poder seguir estándolo. Y si no es que muy mal va el asunto.

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