Javier San Segundo

Ajo, guindilla... y limón

Javier San Segundo


No salen las cuentas 

30/01/2021

Como andar en bicicleta, expresión que se utiliza para aquella habilidad que nunca se olvida, por mucho tiempo que uno pase sin ejercitarla. Como sumar. Podrá verse mermada la destreza, pero por muy largos que sean los sumandos, despacito y con buena letra, al resultado se llega. Recuerdo bien mis primeras cuentas. Puños cerrados y ambos dedos índices arriba. Si escondo el índice derecho y levanto el corazón izquierdo al lado del índice izquierdo, sigo teniendo dos… Bueno… parece que me se da bien… (en aquellas la gramática hacía aguas).
Siguiente lección. Y comienza la tembladera… la resta. Pero se revela más simple de lo que yo esperaba. Índice y corazón de la mano izquierda. Escondo el corazón… ¡solo queda el índice! ¡Coño, qué fácil! Y yo nervioso que me las gastaba cuando el día anterior la seño (la seño, ese primer amor imaginario de tantos…) nos anunció la siguiente lección. Chupao.
Y si junto suma y resta… a ver si me sale… si en un bar hago cinco de caja y los gastos son tres, me quedan dos. Jo, macho, tirao. 
Pero, ahora que lo pienso, si no vendo nada porque me obligan a cerrar, y sigo teniendo gastos, estoy en menos de cero. Vaya, algo no cuadra aquí. Algo debo de estar haciendo mal, porque esto no tiene sentido. Lo entiende cualquiera. Y mira que lo he repasado veces… algo falla…
Idéntico drama con la regla de tres. Toda la clase acojonadita por la supuesta dificultad matemática que tan fácil sonaba en eso de ‘por esa regla de tres…’.  Y nos salta el profe, «si un trimestre os cobro un módulo de mil euros por diez metros de barra, pero en el siguiente trimestre sólo os permito cinco metros de barra… ¿cuánto os tendré que cobrar?» Y toda la clase al unísono… ¡¡¡Quinientos!!! Nos salió del alma. Porque es obvio.
Pues algo que parece tan de párvulos, tan lógico y que es como andar en bicicleta se les ha esfumado del entendimiento a los que, desde sus poltronas regionales y nacionales, están hundiendo las cuentas de los negocios de los demás y jugando con el pan de sus hijos con billetes de Monopoly (ante esta chupipanda del lagarteo, mis disculpas al Monopoly) mientras sus libretas de ahorro engordan de cojones cada 28 de mes.
Sin ingresos. Sin ayudas. Con gastos. Con impuestos… Ruina absoluta.
Le voy a preguntar a la seño, porque no me salen las cuentas...