Antonio Álamo

Antonio Álamo


Ofensas

25/05/2023

Este suelto se publica hoy jueves aunque anteayer, que es cuando fue escrito, dudaba sobre su contenido porque la prensa ofrecía dos noticias que poco tenían que ver con la política, la propaganda electoral y las elecciones pero mucho con el surrealismo. La primera recogía un listado de los pueblos más feos de España, región por región, elaborado por ChatGPT quien, por si alguien no lo sabe, es un programa de inteligencia artificial. Según ese listado el pueblo más feo de Castilla y León es… Palencia. Sí, sí, Palencia capital. Me advirtió anteayer -a mediodía-  Félix Colsa y ahora mismo acabo de documentarme a conciencia porque no me lo creía. A tenor de lo visto solo se me ocurren dos conclusiones.
Primera. Estoy maravillado ante los resultados que ofrece esta nueva inteligencia porque, pese a ser artificial, iguala ya los niveles de la humana y eso es trascendental porque juntando las dos se van a sentar las bases de un futuro halagüeño para el ser humano. Al tiempo. Por lo demás, no tengan en cuenta ese despiste banal en la distinción entre capital y pueblo, a fin de cuentas la ha situado geográficamente en Castilla y León y no la ha catalogado como pedanía de Mykonos. Segunda. El día que quiera que me despidan como colaborador de este periódico ya sé lo que tengo que hacer: arranco ChatGPT y luego escribo lo siguiente: «Hola, amigo, hazme una columnita de 2.250 caracteres con espacios sobre el encanto de Palencia y sus gentes». Dos días después me declararán persona 'non grata' en la ciudad.
La otra noticia también es propia de la época. Por lo visto, la adaptación teatral de La vida de Brian se ha topado con la ideología de género y con quienes desafían la definición biológica de los sexos. De hecho, los actores pidieron eliminar parte de la escena de Loretta, en la que un hombre quiere ser mujer y tener un bebé, porque podría ofender. Es una más en ese camino asilvestrado a una censura generalizada y de consecuencias impredecibles. Queda por saber cómo reaccionarán los que empiezan ya a sentirse ofendidos ante tanta supuesta ofensa, porque el hartazgo, guste o no, no es patrimonio exclusivo de quienes pretenden imponer a los demás su cosmovisión particular. En algún momento se comprobará.