Dionisio Lamas Muñoz

Tribunal Libre

Dionisio Lamas Muñoz


Democracia deshumanizada

20/07/2020

La deshumanización de la persona en si misma arrastra a la sociedad en general, y es, la influencia de idealismos y personalismos perversos o doctrinas tullidas en la perfidia de la vileza, guiadas por el infantilismo de la irreflexión del poder, las que provocan desde distintas facciones el espíritu de la intransigencia y el revanchismo irracional de cuantos actos forman parte de la decadencia humana, bajo el señuelo del progreso o el espejismo del bienestar.
El sectarismo político y religioso, son la escuela de la intolerancia donde se adquieren las actitudes inmorales de la persona y a la vez germen del declive de una nación cuando sus desaciertos en los gobiernos, aparecen como formas naturales y son defendidas por quienes no disponen de virtud alguna.
Cuando un pueblo se guía por banderías políticas y vive en la desazón permanente, está en el principio de su descomposición por la falta de dotes intelectuales en sus gobernantes, carentes de principios morales que doten sus cualidades de buen gobierno desde las sanas costumbres de la historia.
Democracias deshumanizadas son aquellas que están gobernadas por quienes pretenden idealizar los fracasos de ideologías fenecidas cuya gloria fue sumir a sus países en la indigencia absoluta y la pobreza extrema de millones de hombres y de mujeres.
En las democracias deshumanizadas se  ponen límites a la vida, los gobiernos deciden quién nace y quién muere en la vorágine de sus mandatos indignos y amorales, y lo mismo sucede en el ocaso de la vida, se excluye de la misma a la venerable ancianidad cargada de sabiduría y de paz.
Solo desde un universo intelectivo integral o desde una vasta formación cultural en cada persona, desaparece la ruda servidumbre que sujeta su voluntad a la arbitrariedad de mandatos ajenos a la sana política y se libera de las ideologías inhumanas que ciegan sus sentidos y desorientan sus actitudes valiosas frente a la vida y frente a la sociedad.
En las democracias deshumanizadas, los riesgos de exclusión social crecen en proporción a  la inmoralidad y la acritud humana,  y de igual forma se pierde la conciencia de los actos que se realizan, la integridad personal o la honestidad social de la nación.