Juanma Terceño

El hecho gastronómico

Juanma Terceño


Y no me gustaba

20/01/2021

La verdad es que yo siempre he sido de buen comer, y no he tenido manía a ningún alimento ni de niño, quizás las coles de Bruselas eran mi plato, digamos, menos preferido. Pero la mayoría de personas tienen algunos platos en la retina, que ahora ansían comer y disfrutar, a los que de peques odiaban, ¿verdad?
Creo que las verduras, el pescado y el queso estarían en el pódium de esos productos que han pasado de ser los que más rabia daba ingerir de niños y de adultos más se valoran. Un pasito detrás pondría aquellas del «si quieres las comes… y si no las dejas…», extendiendo a las legumbres en general más allá de las lentejas esa fobia infantil.
Al parecer, estadísticamente a cerca de un 75% de los niños no les gustan las verduras y a algo más de un 60% les sucede lo mismo con las legumbres. En ambos casos, el aspecto es una de las causas del rechazo, y en el de las verduras su sabor amargo también tiene mucha culpa del desagrado que provocan.
Y, ¿cuáles son los alimentos favoritos de los niños? La pasta y el pan, aquí no hay duda. Luego podemos seguir con las patatas, el chocolate y un largo etcétera, pero la pasta es la gran favorita. Así que uno de los grandes trucos para que coman verduras suele ser el incluirlas en los platos de pasta que les damos.
Volviendo al tema, me hace bastante gracia cada vez que escucho la frase que parcialmente titula el hecho gastronómico de esta semana: «Qué rico, y fíjate que de pequeño no me gustaba nada». Seguro que muchos de ustedes lo han dicho más o menos así ante esos platos que odiaban y ahora adoran, o al menos seguramente todos lo hemos oído unas cuantas veces. 
Quiero hacer un guiño a ese plato maravilloso del restaurante ReComiendo de Córdoba, del que he escrito por aquí en varias ocasiones, con su plato No Me Gustan los Callos, en el que Periko Ortega hacía un exquisito guiso de garbanzos con secreto ibérico en vez de tripa y morro, recordando cuando en su niñez sufría porque su abuela le daba callos para comer, y él les tenía una particular fobia. Y también me viene a la memoria el día en que mi sobrina Irene, cuando tenía 3 añitos, nos dijo, poniéndose muy seria, los alimentos que menos la gustaban: «El pesco, el queso, y los calamares que no son amarillos».

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