Hay vida más allá del Brexit y el posible divorcio británico de la Unión Europea, una ruptura que, por el momento, sigue en el aire. Sin quitar la mirada de la retirada de uno de los grandes del bloque, los europarlamentarios que salgan elegidos la próxima semana tras las elecciones a la Eurocámara tendrán que proseguir con el trabajo de sus predecesores y enfrentarse a un continente en continuo movimiento, con el desafío de los eurófobos -en auge, según todos los sondeos- y la atención pendiente en una reforma del grupo comunitario, además de los retos constantes a los que hacer frente.

No hay dudas en que el abandono planteado desde Londres modificará la agenda de Bruselas, si bien las autoridades y los Estados han trabajado en paliar los efectos de la salida desde que esta saliese ganadora en el referéndum de 2016.

A la espera de que la Cámara de los Comunes ratifique el Tratado de Retirada -para lo que tiene de plazo hasta el próximo 31 de octubre-, hay más temas sobre la mesa que preocupan en la UE.

Las medidas que tome el presidente estadounidense, Donald Trump, inquietan. La guerra comercial abierta con China tiene también consecuencias en el bloque europeo, al que Washington ha elevado los aranceles y la amenaza de que se endurezcan los impuestos a los bienes importados persiste. 

En materia económica, la nueva Eurocámara deberá acordar en detalle los Presupuestos para el período 2021-2027, transformar el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) en un Fondo Monetario Europeo con más competencias y abordar las reformas de la zona euro aplazadas en 2018.