Editorial

Vuelta a la normalidad e implantación parcial de la Lomloe

Diario Palentino
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Iniciar un nuevo período lectivo va mucho más allá de reabrir centros y acomodar alumnos

El curso escolar 2022-23 es el de la vuelta a la normalidad o, lo que es lo mismo tras dos años de pandemia realmente duros, el de la presencialidad al cien por cien, la ausencia de mascarillas y la desaparición de las distancias de seguridad. Los alumnos y los docentes se ven las caras, con lo que ello tiene de positivo a la hora de la comprensión, pero también de las relaciones interpersonales y grupales y como barómetro de la convivencia, que en no pocas ocasiones un gesto o una expresión dicen mucho más que mil palabras. La satisfacción de unos y otros eran grande estas dos últimas semanas de incorporaciones sucesivas por ciclos educativos. También lo es la de los equipos directivos, las familias y los responsables y, de hecho, el director provincial lo confirma en la entrevista que publica hoy este rotativo. Claro que iniciar un nuevo período lectivo no es solo reabrir los colegios e institutos, ocupar las aulas, establecer en cada una de ellas un horario e intercambiar los saludos propios de un reencuentro o de una bienvenida. Ofrece novedades que hay que afrontar con buen ánimo y sin perder de vista el objetivo de la calidad y la excelencia, como también subraya Sabino Herrero en la entrevista. 

 La gratuidad para los más pequeños -los de 2 y 3 años- que se incorporan como primer ciclo con un carácter más escolar que el que hasta ahora tenía para quienes acudían a las escuelas infantiles, es positiva. Para los progenitores y tutores, pero también para los propios niños que van adentrándose en el mundo educativo a una edad más temprana y de una forma paulatina, que puede -y debe- redundar en una mejor preparación futura y en  la solución a ciertas lagunas y carencias formativas. Pero, naturalmente, eso precisa una adaptación del sistema y la inclusión de los profesionales especializados en la comunidad educativa.

Y el hecho de que este curso se implante parcialmente la nuevo ley de Educación, la Lomloe, constituye un reto. Siempre lo es asumir los cambios curriculares, y en este país nuestro sabemos mucho de esos cambios dada la falta de ganas o de capacidad de los máximos responsables políticos a la hora de consensuar una norma que no varíe con cada nuevo gobierno. Parecen no darse cuenta de que nos jugamos mucho en un ámbito que concierne y afecta directamente al desarrollo de los ciudadanos más jóvenes. Al fin y a la postre quienes tienen que lidiar a diario con ese reto son maestros, profesores y responsables de centros, por un lado, y alumnos por otro, sin olvidar a las familias. Al director provincial le hubiera gustado dedicar este curso a reflexionar y dar mayor participación a los profesionales en el desarrollo y la puesta en práctica de los nuevos currículum, aunque no duda de que pondrán todo su empeño en llevarlos adelante con el mínimo de problemas. Pese a los retrasos en los textos y a cierta improvisación. A estas alturas, se impone acordar unas bases que acaben con las incertidumbres.