Nueva vida laboral con tintes de supervivencia

J. Benito Iglesias
-

María Teresa Rodríguez cerró su peluquería por la pandemia y retomó la actividad en dos locales distintos. Para abrir el último, One Life, se ha formado con una multinacional libanesa de estética

Nueva vida laboral con tintes de supervivencia - Foto: Sara Muniosguren

Risueña y vitalista, pero, sobre todo, inasequible al desaliento y con una vocación enorme de emprender. Desde los 16 años y con gusto por la peluquería  transmitido por su tía, María Teresa Rodríguez, ahora con 36 años, ha retomado la ilusión y regresado al ruedo laboral en tiempos duros con mayor fuerza si cabe. 

Después de varios años en el sector en distintos puntos de la ciudad abrió en 2019 en la calle Colón y la pandemia -con un tiempo de inactividad primero por las restricciones sanitarias y luego con los enormes gastos que hubo que afrontar después- depararon su posterior cierre. Tras el fiasco de 2020, las ganas de seguir adelante pudieron con todo y en 2021 vio la luz  su nueva peluquería en la avenida de Valladolid, frente a la oficina de Correos, abierta hasta julio de 2022. 

Con el fin de reinventarse, cesó la actividad y decidió buscar un local adecuado a lo que pretendía y adquirió uno en diciembre en la calle Pintor Oliva número 2, en la confluencia con la avenida de Cardenal Cisneros.

Nueva vida laboral con tintes de supervivenciaNueva vida laboral con tintes de supervivencia - Foto: Sara MuniosgurenDe ese empecinamiento por no venirse abajo y que ninguna circunstancia adversa pudiera con ella surgió One Life, nombre de una peluquería bajo el sello de la innovación. «El nombre traducido del inglés significa una vida. Lo puse por unas duras circunstancias familiares, ya que mi madre cayó enferma y falleció y había que plantearse que solo tenemos una vida que se debe aprovechar al máximo», enfatiza.

Dicho y hecho. María Teresa Rodríguez, en los sucesivos períodos de inactividad que ha tenido que afrontar, no ha perdido el tiempo en ningún momento y se ha formado a conciencia para ofrecer algo nuevo a su amplia y fiel clientela de años atrás, que ya plasma en la nueva peluquería abierta hace casi dos meses. «Palencia es una ciudad pequeña y quise que se nos reconociera por algo y traje en exclusiva un tinte, un pigmento que aporta color y transformaciones al cabello dentro de un proceso en el que hay que tener mucho cuidado al aplicarlo», expone.

El producto de estética que tiene en su establecimiento de belleza la joven emprendedora, Mounir, lo distribuye una multinacional del Líbano. «Soy técnico de color desde los últimos seis años como profesional y ellos me han aportado en este tiempo la capacidad y la formación constante para ir creando una serie colores. Traer una marca de tinte desde tan lejos puede ayudar a que exista clientela que no se vaya a otros lugar a aplicárselo y que venga gente nueva aquí», afirma.

Ese afán de superación deriva en buena parte de la confianza de su clientela unixex de peluquería tradicional, que sigue acudiendo a los distintos negocios que ha regentado. «Gracias a esta cartera de clientes desde hace tiempo me he podido seguir formando e invertir en un nuevo local, que era lo que más miedo me producía por el sufrimiento anterior causado al tener que cesar la actividad», señala. De la causas sobrevenidas del covid 19 no quiere ni acordarse.  «Tuve también otra peluquería en Valladolid que hubo que cerrar. Sé lo que es estar arriba y también abajo. Realmente he salido adelante con la marca Mounir pero también trabajo con otras. Con el tinte en exclusiva libanés estoy empezando a ser conocida en Castilla y León y eso atrae clientela. Luego, los bancos son claves a la hora de aportar financiación y han confiado en mí proyecto empresarial», agradece con una amplia sonrisa.