Delibes y el gusto por lo rural en el 'El Camino'

J. Benito Iglesias
-

La presidenta de la fundación del escritor vallisoletano, Elisa Delibes' clausura una muestra de las ilustraciones y textos sobre la publicación en el IES Virgen de la Calle

Delibes y el gusto por lo rural en el 'El Camino' - Foto: Sara Muniosguren

Elisa Delibes, que preside la fundación a la que da nombre su padre, el escritor vallisoletano Miguel Delibes, clausuró ayer una exposición con textos e ilustraciones de la tercera novela que escribió a la edad de 31 años, El Camino. La muestra, inédita en Palencia, ha permanecido en la sala de audiovisuales del IES Virgen de la Calle desde el pasado 15 de febrero.

La profesora de Lengua y Literatura durante 35 años en un instituto vallisoletano glosó la figura de su padre, del que destacó su gusto por lo rural y la naturaleza. «Siempre hacía alusión a los parajes que recorrió con su padre cuando iba a cazar y pasear», dijo.

Además, glosó el trabajo de la fundación que preside en una amena charla ante medio centenar de estudiantes, finalizando con preguntas de una representación de los mismos. En 1950, cuando se publicó El Camino, su autor, que ejercía de periodista, tenía cuatro hijos y un  Premio Nadal. «Diez años después el editor le pidió una versión para alumnos americanos y le dijeron que si quería ilustrarla. Volvió a leer el libro y pintó 21 escenas que se corresponden con el número de capítulos. Le pagaron muy bien y mi padre decía que le fue muy fácil dibujar y que se había divertido mucho. Fue lo último que dibujó en su vida, aunque era muy bueno», señaló Elisa Delibes.

La tercera novela de Miguel Delibes, El Camino, tras Los Cipreses creen en Dios y Aún es de día, por primera vez sitúa su historia en un pueblo. El autor lo hizo con un estilo natural y menos retórico que el de sus novelas anteriores. El propio escritor dijo en su día que este libro «le salió solo», a capítulo por día, y estuvo listo en tres semanas.

El protagonista de El Camino es un chico de once años llamado Daniel, y apodado El Mochuelo, que la noche antes de irse a la ciudad a estudiar recuerda lo que ha sido su vida en su pueblo y en su valle, lugares en los que ha sido feliz y donde ha compartido juegos y aventuras con sus amigos.