Calificar a Julián Ariza como un  histórico del sindicalismo en España es quedarse corto. Él es uno de los fundadores de Comisiones Obreras, mantuvo una relación estrecha y directa con Marcelino Camacho (al que conoció en la fábrica Pérkins, donde ambos trabajaban) y apoyó a Santiago Carrillo en la legalización del Partido Comunista. Lucha obrera desde la base que le llevó al presidio de Carabanchel (Madrid) y en el que consiguió logros que se han mantenido hasta la fecha

Estos hitos de su vida, que lo son también de la España reciente, vertebraron la charla que ofreció en el centro cultural con motivo de la presentación del libro El precio de la libertad. Recuerdos de un antifranquista. Acto organizado por la Fundación Jesús Pereda, CCOO y el PSOE.

Una publicación con prólogo de Joaquín Estefanía e introducción de Adolfo Piñedo en el que repasa «setenta años de vida sindical» y un intenso compromiso político ligado siempre a los partidos de la izquierda «con cambios de partido, pero no de ideas», comentó en declaraciones a Diario Palentino.

«No soy un dirigente histórico, sino prehistórico. Yo ya estaba ahí antes de que naciera CCOO», bromeó antes de empezar el acto, en el que también se refirió a la lucha de la clase trabajadora en el Franquismo, donde la ayuda llegaba de los propios compañeros de trabajo.