Uno de cada cinco osos pardos de CyL habita en la Montaña

Rubén Abad
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El censo en el norte asciende a 78 ejemplares repartidos en 1.468 km2, de los 377 existentes en la Cordillera Cantábrica. En la provincia se han contabilizado entre ocho y diez osas con crías

Uno de cada cinco osos pardos de CyL habita en la Montaña

El oso pardo es el rey indiscutible de la Montaña Palentina. Un orgullo y un emblema para los habitantes de este territorio -atrás quedan ya prácticas como el furtivismo- que en Palencia ha encontrado el hábitat ideal para instalarse y aumentar la familia. 

Los avistamientos son cada vez más numerosos en los últimos años, lo que hacía prever la buena salud de estos cuadrúpedos. Una hipótesis que ahora vive a confirmar el «primer» estudio poblacional oficial realizado de forma conjunto entre las comunidades de Castilla y León, Galicia, Asturias y Cantabria que cifra en 78 los osos que pueblan la Montaña Palentina en una superficie de 1.468 kilómetros cuadrados el total de 377 repartidos por toda la Cordillera Cantábrica (16.700 km2).

En el norte de la provincia y en la zona limítrofe de León se ha trabajado con 84 genotipos únicos a través de tomas de muestras no invasivas, lo que supone unos 120 ejemplares al haber espacios de difícil acceso para las patrullas. Un censo osero que, por otro lado, habla de entre ocho y diez osas con crías en Palencia.

La presencia de esta especie está muy extendida por la Montaña, no solo en municipios de larga tradición como Cervera de Pisuerga, Triollo o Brañosera, sino que se han detectado animales desde el Valle de Santullán hasta la comarca de Guardo. Es decir, es común que deambule por toda la franja montañosa, si bien también se han podido detectar ejemplares en la comarca del Boedo-Ojeda, al sur de Dehesa de Montejo, generalmente machos dispersantes en primavera o en los inicios del verano. ¿El motivo? En esta época del año la comida en el campo escasea, apenas hay hierba y poco fruto carnoso como pueden ser cerezas o pudios.

Más allá de estos episodios puntuales, el oso tiene a su disposición grandísimas extensiones de roble (Quercus robur) y (Quercus petraea), haya y encina, lo que convierten a la Montaña Palentina en una zona «de una gran calidad para la alimentación en torno e invierno, en valles como Castillería, La Pernía o Estrecho», explica a Diario Palentino David Cubero, jefe del Servicio de Espacios Naturales, Flora y Fauna de la Junta de Castilla y León. Teniendo en cuenta que también hay frutos como las cerezas, los arándanos y que existen lugares de refugio para la cría, «la Montaña Palentina cumple todos los requisitos para que exista una población estable y consolidada durante las distintas épocas del año», añade.

EVOLUCIÓN

Tras muchos años en los que el oso estuvo al borde de la desaparición en la zona, Palencia puede presumir ahora de una población «estable, consolidad, en incremento y con conexión constatada con el núcleo occidental». Conseguirlo ha sido un mérito de la administración, de los colectivos implicados en su consolidación, los agentes medioambientales de la Junta y, por su puesto, de la población local (ayuntamientos y juntas vecinales incluidas) y los ganaderos. «El éxito de un proyecto de conservación viene de la mano de la población local», subraya Cubero, quien asegura que desde la administración también se deber «trabajar en valores, compensación de daños y, sobre todo, en sensibilización».

Aunque no es habitual, este aumento en el número de ejemplares se traduce en una mayor posibilidad de un posible contacto con los humanos a pie de monte. Ante esta situación, los expertos aconsejan hacerse notar, mantener la calma y, si los excursionistas de topan con él de frente, volver despacio y de forma pausada sin alterar al animal. Sobre todo, es fundamental no salirse de los caminos, no seguir rastros en medio del monte y no seguir huellas de osas con crías, al ser esta la «época más problemática».

FUTURO

La Junta y el personal implicado en la conservación de la especie ha pasado, afortunadamente, de trabajar para evitar la extinción a enfrentarse a nuevos retos como la coexistencia de la especie. Ente estos retos destaca mantener la actividad cinegética para el control de las población de ungulados (principalmente jabalíes), favorecer y potenciar el turismo de observación y naturaleza, junto con actividades más tradicionales en el medio rural como el senderismo.

También se ha de trabajar sobre los protocolos de intervención de osos problemáticos, especialmente en espacios urbanos. Así, es clave trabajar en épocas de escasez en el campo, principalmente en verano y a finales del mismo, evitar que se habitúen a recursos tróficos de carácter antrópico, como pueden ser los contenedores de residuos.

El radiomarcaje es otro aspecto clave. En este proceso se aprovecha  para realizar un examen físico completo, y un análisis hematológico, bioquímico y urinario. Asimismo, se recogen muestras biológicas y datos biométricos.