Hornillos de Cerrato, villa y señorío deseados por la nobleza

Juan Fco. Sanjuán Benito
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La villa fue lugar de residencia durante cuatro meses en 1507 del cortejo fúnebre de Felipe de Habsburgo, encabezado por la reina Juana I de Castilla

Hornillos de Cerrato, villa y señorío deseados por la nobleza - Foto: DP LOCAL ON

Estudiosos de la zona nos dicen que en el solar de Hornillos hubo algún asentamiento en la época celta debido, sobre todo, a su proximidad al río Pisuerga y a sus múltiples afluentes como son los arroyos del Castillo, Las Calzadas, Valdecañuelas, etc. Los romanos también señorearon estas latitudes con algún tipo de asentamiento que no se especifica; a los que seguramente siguieron los visigodos y a estos los agarenos, quienes fueron expulsados por los cristianos en el último tercio del siglo X, cuando huestes del rey de Asturias Alfonso III el Magno reconquistaron la comarca, la repoblaron con cristianos y la fortificaron por su estratégica ubicación.

El nombre de la villa, Hornillos, creemos que le viene dado de la denominación latina fornum u horno, que hace referencia a los hornos de las yeserías del lugar. Lo del apellido de Cerrato hay quien opina que viene del latín cirratus, de tierras onduladas dominadas por cerros o collados; otros dicen que viene del latín serrare, en el sentido de zona cerrada, vallada. 

Independientemente del origen etimológico del término, lógicamente se refiere a la extensa comarca palentina con abundancia de oteros o cerros, poblados con villas, pueblos y lugares, muchos de ellos con construcciones populares, casas-cueva, bodegas artesanas o tradicionales, molinos, chozos de pastor, palomares y yeseras, donde se puede degustar una gastronomía típica de la comarca, sus diferentes variedades de quesos y sus ricos y diversos vinos. 

En el siglo XIV, villa y fortaleza con su señorío pasaron a depender de la casa Enríquez, poderosa familia nobiliaria que desde principios del siglo XV ostentaría el título de almirantes de Castilla y el señorío de Medina de Río Seco en la persona del cabeza familiar del momento; entonces liderada por don Alfonso    Enríquez. 

En 1451, don Fadrique Enríquez, hijo y heredero del anterior, entonces almirante de Castilla, señor de Río Seco y de las fortalezas de Hornillos, Palenzuela y Cordovilla la Real, junto con su cuñado, Juan de Tovar, señor de Astudillo, y otros caballeros castellanos, se sublevaron contra la corona ocupando varias localidades del Cerrato, entre las que estaba la plaza fuerte de Baltanás. Don Álvaro de Luna, valido real, aplastó la rebelión sometiendo a los cabecillas, que en el caso de don Fadrique Enríquez consiguió el perdón real y volvió a disfrutar de sus títulos, honores, señoríos y                   fortalezas. 

El señorío de Hornillos pasó de la familia Enríquez a Sandro Ruiz de Rojas, merino y adelantado mayor de Castilla; y de éste a Juan Rodríguez de Sandoval, de la poderosa casa nobiliaria de los Sandoval. A principios del siglo XVI, Hornillos pertenecía a Bernardino Pérez de Sarmiento, conde de Rivadavia, a quién en 1503 la corona pidió explicaciones sobre los abusos del alcaide con los vecinos, a los que obligaba a hacer guardias en la fortaleza. Durante el siglo XVI, el señorío de Hornillos siguió pasando de mano en mano de la nobleza castellana, pues en 1530 pertenecía a Francisco de los Cobos, secretario de Carlos I y destacado constructor de castillos, quien se había casado con María de Mendoza y Sarmiento, nieta de don Bernardino Pérez de Sarmiento. El 5 de julio de 1537, Francisco de los Cobos vendió la villa, el castillo y varios derechos del señorío por 8.000 ducados a Pedro Fernández Portillo, regidor de Valladolid, quien tomó posesión de la villa y su fortaleza el 25 de agosto. Quince años después figuraba como señorío de don José de Guevara, para a finales de siglo pasar a manos de don Pedro Fernández de Villarroel, y medio siglo después, pasó a pertenecer Antonio Pignatelli y Aymerich, marqués de San Vicente. 

Como podemos apreciar a lo largo de lo relatado, la villa, fortaleza y derechos señoriales de Hornillos de Cerrato, eran un bien con título, honores y rentas que con inusitada frecuencia cambiaba de manos, señor o casa señorial, por motivos que ignoramos. A día de hoy desconocemos los secretos o riquezas que atesoraban la villa y señorío de Hornillos de Cerrato, que hicieron posible que en menos de cuatro siglos pasara por tantas casas de la nobleza. 

Al alba de un día de mediados del mes de abril de 1507, el cortejo fúnebre con los restos mortales de Felipe I de Habsburgo, más conocido como el Hermoso, fallecido en Burgos el día 25 de septiembre de 1506, bajo la presidencia de su esposa, la reina Juana I de Castilla, luego conocida como la Loca, llegó a Hornillos de Cerrato, procedente de la villa de Torquemada, donde se había declarado una epidemia de peste que obligó a los integrantes del cortejo fúnebre a buscar nuevo alojamiento en Hornillos, en su camino a Granada, donde el finado quería ser enterrado, según indicaba en su testamento. La reina descartó instalarse en el castillo de la villa, haciéndolo en la casa de un clérigo cercana a la iglesia parroquial de San Miguel Arcángel, en cuya residencia permaneció cuatro meses, esperando la llegada de su padre, Fernando el Católico, que volvía de Nápoles.

«En el trayecto de Torquemada a Hornillos había un convento en el que pensaban alojarse, pero cuando la reina supo que la comunidad residente era femenina, inmediatamente dio órdenes para que trasladasen el féretro de allí y, a campo descubierto, a cielo raso, mandó que sacasen el cadáver durante la noche, a la débil luz de las hachas, que apenas si dejaban arder la violencia del viento. Unos artesanos venidos al efecto abrieron las cajas de madera y de plomo. Después de contemplar el cadáver del marido, llamando a los nobles como testigos, mandó de nuevo cerrarlo y que a hombros lo trasladasen a Hornillos». (Pedro Mártir de Anglería, Epistolario).

El cortejo fúnebre siguió, en cinco etapas, el siguiente itinerario: La Cartuja de Burgos-Torquemada, Torquemada-Hornillos, Hornillos-Tórtoles de Esgueva, Tortoles de Esgueva-Arcos de la Llana y Arcos de la Llana-Tordesillas, donde la reina quedó ingresada para el resto de sus días, que finalizaron el día 12 de abril de 1555.

EL CASTILLO. El castillo de Hornillos de Cerrato fue construido en el siglo XVI sobre una edificación anterior en lo alto de un promontorio desde el que se dominaba la villa. En el exterior presenta una moldura a la altura del primer piso, grandes ventanas, troneras de buzón y un remate de grandes merlones, característico de fortalezas artilleras. Desde mediados del siglo XVIII, la fortaleza ha ido sufriendo los embates del tiempo y el hombre que la han convertido en una auténtica ruina, incluyendo una escombrera en su            interior.