Un deseado regreso al campo en Castrillo

César Ceinos
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La maquinaria antigua y los animales de tiro causan curiosidad entre los más pequeños y traen recuerdos a los más veteranos

Un colaborador de La Trilla lleva en carro a dos jóvenes durante el desfile de maquinaria y animales. - Foto: Juan Mellado

Probablemente, el camino a la tierra de labor nunca fue tan alegre como ayer por la mañana en Castrillo de Villavega. Y eso que el desfile lo inauguró un agricultor con una guadaña. Por suerte, anunciaba una fiesta y no iba solo. Le seguían el grupo de dulzaineros Vino Aquilino, varios aperos agrícolas de los años 40 y 50 del siglo pasado tirados por animales, y muchos vecinos y visitantes que no querían perderse esta celebración. «Lo teníamos apuntado en el calendario. Después de unos años ya lo echábamos de menos», admitió la madrileña Asunción Ledesma, que acudió a la cita agraria acompañada por su familia al completo. 

Había gente de todas las edades y  de procedencia diferente, pero todos compartieron la misma felicidad al disfrutar de nuevo de esta popular celebración que un grupo de zamoranos, a tenor de sus declaraciones a DP, quieren exportar a su tierra. «Tenemos ganas de hacerlo allí», declararon Antonio Salgado, Gabriel Pérez, José Antonio Pedrero y Marcelino Juan. Los más pequeños aprovecharon para montarse con los amigos del pueblo en las carretas y así ahorrarse el viaje del pasacalles, que comenzó junto a la nave municipal y concluyó en una parcela agrícola junto a Villavega. Por su parte, los más mayores recordaron momentos del pasado vinculados a estas vetustas pero queridas máquinas. «Se me vienen a la cabeza los tiempos cuando era joven», admitió Félix Ruiz, de Alba de Cerrato, que se acercó hasta La Trilla «para recordar los aperos de padre». Llegó acompañado por Justo Andrés, de Becerril, quien citó a su abuelo cuando vio una gavilladora igual que la que tenía su familiar. «Es de los años 50», añadió.

Después del viaje, arrancaron las faenas agrícolas. Las segadoras empezaron a cortar la mies y los jornaleros la subieron a los carros. Como algunas espigas se cayeron al suelo, también hubo tiempo para que algunos voluntarios respigaran.Según la RAE, este verbo significa «recoger las espigas que han quedado en el campo tras la siega», pero los que fueron ayer hasta la localidad ubicada entre la Tierra de Campos y la Vega-Valdavia conocieron que esos granos acababan siendo la comida de las gallinas. Además, paralelamente, se llevó a cabo el arado de parte de la tierra.  Únicamente entró una reja en el suelo, lo que demostró las enormes diferencias que provocó la modernización de la agricultura en torno a los años 60. «Estos cambios facilitaron las tareas, pero entonces empezó a sobrar gente en el campo», rememoró Teófilo Manero, uno de tantos labradores palentinos que tuvieron que ir detrás de las mulas siendo menores de edad. Ahora, ya jubilado, lo vuelve a hacer para que no se olvide y, de hecho, colabora con la fiesta desde sus inicios.

Tras una mañana de trabajo bajo el sol, aunque solo fuera de exhibición, llegó el momento de llenar el estómago. El cocinero, Carlos Herrero, apostó, como es habitual, por un plato tradicional de la tierra, el cocido castellano. En esta ocasión, empleó 100 kilos de garbanzos, 320 kilos de carne y 600 litros de agua. Salieron 800 raciones que se degustaron a orillas del Valdavia. Además, pudieron acompañar el guiso con cualquiera de los productos disponibles en los puestos de la muestra alimentaria local ubicada también en la ribera antes de ir la era para disfrutar de los paseos en el trillo.

La fiesta, que se lleva a cabo gracias a la labor de unos cincuenta voluntarios, continuó durante todo el día. Para hoy queda una misa de La Trilla y una actuación de la Coral Melgarense (12,30 horas), una comida a base de alubias con esmero (15 horas), juegos populares infantiles (18 horas), un reparto de panceta (21,30 horas) y una discoteca móvil (24 horas).

La música tiene una presencia notable en la fiesta de La Trilla 2022. En la programación del viernes se incluyó un concierto de Patas de Peces y, ayer, una actuación de El Probe Miguel y otra del grupo local de rock rural Los Tavones, autores de canciones como Ganado ovino, No te dejo más el John Deere o Mujer rural.