Como las de antaño

J. Benito Iglesias
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Celebraciones que eran multitudinarias antes de la pandemia como las comuniones quedan reducidas a familiares allegados y pocos invitados como hace dácadas

Como las de antaño - Foto: Jesús Sevillano

Las comuniones, como las bodas, hasta antes del estado de alarma un acontecimiento social con tintes multitudinarios para no dejar fuera  a nadie de la familia ni tampoco a amigos, se han quedado a raíz de la pandemia del Covid-19 en pequeñas celebraciones, casi íntimas, donde solo están las personas más allegadas como  hace décadas.

«Hemos sido muy obedientes como nos han marcado. Sólo hemos estado en la iglesia seis personas como máximo por cada uno de los niños que comulgaron situados junto al altar, los padres en los bancos de la parte delantera y, a la distancia de seguridad preceptiva, los familiares a mayores permitidos por las estrictas normas sanitarias», manifiesta Mari Flechita, cuya hija de nueve años, Elsa Cabuérniga Frechilla, comulgó ayer en la parroquia de María Estela, en el barrio del Ave María de la capital.

«Antes de entrar a la ceremonia y después al salir no ha dejado de pasar la policía para comprobar que todo transcurría con normalidad y que el aforo marcado no se superaba en el templo», explicó  Mari Frechilla. Los inconvenientes derivados de la alta curva de contagios en la capital no han sido pocos. «Mis hermanos y mis sobrinos han venido a ver a la niña en un día importante, pero luego no han podido entrar a la iglesia a seguir la ceremonia como hubiera sido lo normal», apuntó con cierta tristeza.

Convite bajo mínimos. Respecto a la posterior comida de la comunión -que suele reunir a una buena parte de personas cercanas- en esta ocasión, se redujo mucho, también para seguir las normas que solo permiten 25 personas en un recinto cerrado y 50 al aire libre para celebraciones de este tipo.

«La idea era que nos hubiéramos juntado 60 invitados, sobre todo familiares, pero al final la cifra se ha tenido que quedar en 14», se lamentó Mari Frechilla.

En es sentido, recordó que en el caso de su hijo Alejandro -que hoy tiene ya 21 años-, el acto de celebración de su primera comunión contó con la presencia 56 personas invitadas. La comida de ayer de la familia de Elsa en el restaurante La Cilla de Becerril  de Campos, tal y como reflejó su madre, se vio muy reducida con el pesar familiar. «Es un espacio grande y preparamos un photocall. Que no pudieran estar hermanos, cuñados y sobrinos ha sido una verdadera pena», concluyó Mari Frechilla.