Las Tiendas de barrio plantan cara al coronavirus

David Herrero-Ical
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Los pequeños establecimientos de Palencia extreman las medidas de seguridad e higiene con una atención de calidad a sus clientes

Las Tiendas de barrio plantan cara al coronavirus

El estado de alarma para evitar la propagación del Covid-19 entre la población ha provocado el cierre de todo tipo de establecimientos y lugares de ocio, salvo las tiendas de alimentación, las farmacias y locales que posibiliten la compra de bienes de primera necesidad que todos los ciudadanos de la capital y provincia necesitan para sobrellevar su día a día. Las imágenes de grandes superficies repletas de clientes corren por las redes sociales como la pólvora, pero, ante esta situación, las pequeñas tiendas de barrio no han cerrado.

El mundo al revés. Hace escasas semanas muchas personas nunca pisaban -como lo están haciendo ahora de forma habitual- las pequeñas panaderías, fruterías o carnicerías ubicadas a la vuelta de casa, pero, ante el sentir de tener que hacerse con el mayor número de productos para permanecer en casa sin salir nada más que lo justo, todos esos autónomos que ofrecen productos de cercanía también se están viendo desbordados.

Es el caso de la Carnicería Elisa, ubicada en la calle Balmes de la capital palentina, donde su responsable, Cristina Catalina, afirma a la a Ical que llevan unos días con «mucha afluencia y compras masivas», dado que los clientes llegan a doblar la cantidad de comida que compraban hace un mes, antes de que estallara la crisis sanitaria.

Aun así, la comerciante del sector cárnico señala que van a estar tres días con poco género, con una reducción estimada del 25 por ciento sobre lo que «en tiempos de  normalidad se puede ofrecer al público», aunque estima que, «en un par de días, la situación volverá a la normalidad».

dinero desinfectado. En relación a las medidas de seguridad e higiene, Catalina detalla que «sólo pueden entrar dos personas al establecimiento», ya que hay una pareja despachando, mientras que el resto permanece en la calle con su turno. Por su parte, en el interior de la carnicería han colocado sillas, que antes eran utilizadas por los clientes para esperar a ser atendidos, «a modo de barrera y separación para que exista un distancia prudencial con la persona que está despachando los productos», apunta. La responsable de la carnicería explica que a la hora de pagar exigen al comprador que «deposite el dinero en un cesto, el cual es desinfectado, al igual que el dinero entregado por el cliente, que va a parar a una cajón». De la misma forma, «tanto el cambio como las vueltas son entregadas de otra caja independiente que ya ha sido desinfectada con anterioridad, con el fin de no haya cruce y se haga de la manera más higiénica posible», subraya.

En el misma situación se encuentra la tienda de frutos secos Pablo, regentada por Mariví Pastor y María del Mar Gutiérrez, quienes ofrecen a los vecinos de la zona, en la calle Don Pelayo de la capital, la prensa diaria, pan, alimentación y gominolas. Una de las socias, Mariví Pastor, destaca a Ical que, a pesar del momento, la gente «sigue entrando al local», quien deja claro que «el género no está faltando», aunque el pan llega a acabarse a media mañana, debido a un pico mayor de clientes, en esa franja  horaria añade. Además, destaca que también vende golosinas y productos similares para que los niños «estén entretenidos en casa durante el confinamiento sanitario».

cumplir las normas. Para controlar la afluencia y cumplir con las medidas impuestas por el Ministerio de Sanidad, aclara que «desde el domingo establecieron un aforo máximo de dos personas en la tienda, con un metro de distancia entre ellas». Una regla que los clientes «controlan y cumplen». A mayores, apunta que «atienden con mascarilla y guantes», sin olvidar la limpieza y desinfección del establecimiento «y las zonas de mayor contacto con lejía», recalca Pastor.

En relación con la apertura de la tienda, traslada que han cambiado el horario, con la supresión de la apertura de tarde, y es de 9 a 15 horas. Una hora «más de la normal para facilitar la compra a las personas que trabajan hasta las 14 horas», apostilla una de las socias.