Compras más ecológicas, pero aún sin táperes

César Ceinos
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Vendedores y clientes admiten que la idea de llevar de casa el recipiente hermético a las tiendas no es mala y que quizá, en el futuro, sea más frecuente, como el uso de bolsas reutilizables

Compras más ecológicas, pero aún sin táperes - Foto: Óscar Navarro

Táper, con tilde en la a por ser palabra llana que no termina ni en ene ni en ese. Con este vocablo define la Real Academia de la Lengua (RAE) en su diccionario en línea al «recipiente con cierre hermético que se usa para guardar o llevar alimentos», que el Gobierno central quiere que los ciudadanos lleven al supermercado y a las tiendas para transportar carne, pescado o cualquier otro producto de alimentación. Lo dejó claro en el Real Decreto 1055/2022, de 27 de diciembre, de envases y residuos de envases que apareció publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) del día siguiente. Aunque sea una fecha muy dada a las bromas en España, la norma promovida desde el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco) está en vigor desde el 29 de diciembre.

«Todos los establecimientos de alimentación que vendan a granel alimentos y bebidas deberán aceptar el uso de recipientes reutilizables», recoge el punto tercero del artículo noveno del precepto antes de citar algunos de los envases que pueden utilizarse: «bolsas, táperes y botellas, entre otros». Además, por si alguno busca los tres pies al gato y se presenta con una garrafa para llevar manzanas, aclara que el recipiente debe ser «adecuado para la naturaleza del producto adquirido» y debe de estar «debidamente higienizado». Para evitar problemas a la hora de debatir sobre limpieza en los negocios de alimentación, el decreto explica que este punto corre por cuenta del comprador. Es decir, que el táper tiene que llegar limpio de casa.

Uno de los principales objetivos del Ejecutivo encabezado por Pedro Sánchez con este decreto es reducir el impacto de los envases en el medio ambiente. Desde hace años se llevan a cabo medidas encaminadas a reducir el uso del plástico en Europa y esta es una más. Los platos y vasos de un solo uso elaborados con este material llevan tiempo en el punto de mira de los ecologistas y las bolsas, por ley, se cobran en cualquier negocio. Pero poner un coste adicional parece que no está sirviendo para que se reduzca a la mínima expresión su uso. Al menos, eso es lo que comenta Teresa Robles, vendedora en la plaza de abastos, uno de los lugares con más solera de la capital para adquirir productos frescos. «Si no se logran eliminar las bolsas pagando por ellas no me parece mal que prueben con otras opciones», explica. Asegura que les comenta a los clientes que pueden ir con un táper para llevarse la carne de pollo, aunque también reconoce que nadie ha acudido aún con este recipiente hasta su puesto.

Es una medida que solo lleva semanas en funcionamiento, pero algunas compradoras la conocen gracias a los medios de comunicación. El siguiente paso es acudir a las tiendas con este envase muy utilizado para llevar comida ya preparada. Es repetir el mismo proceso que con las bolsas, explican varias clientas y vendedoras. «Me parece bien la propuesta. No he sacado ningún táper para ir de compras, pero creo que podremos acostumbrarnos como hemos hecho con las bolsas», comenta la compradora María Valles, que en la actualidad lleva una bolsa de plástico en el bolso.

En líneas generales, la opinión que se escucha en el mercado más conocido de Palencia es similar. A su juicio, no es mala idea ir con el táper -«la carne iría de aquí al frigorífico directamente», añade Robles- ya que serviría para reducir el consumo de plásticos de un solo uso. Todavía es una incógnita si estos envases ocuparán el lugar de bolsas y papeles plastificados, pero las compras son ahora más ecológicas que hace unos años y se parece más a cuando era frecuente ir con bolsas de tela a las tiendas. María Jesús Castro lleva una bolsa de redecilla. Bromea con que es una «bolsa mágica» porque permite colocar una gran cantidad de productos y declara que «la bolsa de plástico va a acabar en la basura». «Hay que cuidar el medio ambiente. Todavía no he traído un táper, pero quizá, en el futuro nos acostumbremos», manifiesta. 

«siempre pregunto». Por su parte, la comerciante Yobana Aznar aboga «por la reutilización». «Siempre pregunto a los clientes si traen bolsa y trato de buscar un espacio para no tener que usar otra», comenta. Eso sí, declara que muchos compradores aún llegan con una mano delante y otra detrás y la dependienta tiene que proporcionales una. En este caso, dado su negocio de frutas y verduras, «es difícil que vengan con un táper», pero existen otras alternativas, como carros o bolsas de múltiples usos, que también se ven por los pasillos de la plaza de abastos. Ascensión Llamas va a comprar con la misma bolsa de papel «desde hace un mes» y que, bajo su punto de vista, es útil para llevar pequeñas compras. 

En el mismo escenario, un ciudadano francés compra fruta y la mete directamente en su mochila. Se trata, sin duda, de una opción muy buena para reducir el consumo excesivo de bolsas de plástico. A la vista de los resultados está que tanto delante como detrás del mostrador quieren evitar generar residuos. Algunas propuestas están, poco a poco, calando en la ciudadanía. Que el táper pase de ser un objeto codiciadísimo por universitarios que abandonan la vivienda familiar y no tienen ni idea de cocinar a un envase habitual en mercados, grandes superficies y tiendas ya se verá.

Lo que también se recomienda, cuando se habla de dos o más recipientes de este estilo, es utilizar la palabra táperes, con plural terminado en -es y tilde en la a por ser esdrújula. Así se adaptó al castellano el anglicismo tupper, según explica la Fundación del Español Urgente (Fundéu). En el BOE aparece el término que llega desde el mundo anglosajón (probablemente por ser el más utilizado en la actualidad), pero también se podía haber referido a este recipiente como fiambrera, tartera, tarrina o lonchera. 

Incluso, con la norma en la mano tóper, con tilde en la o, no estaría mal visto, aunque es una variante del español de México que aparece en el diccionario de la RAE.