Carmen Arroyo

La Quinta

Carmen Arroyo


Mujer, de ayer a hoy

16/03/2023

Hace unos días, en televisión, seguí durante un tiempo no muy largo un programa en el que, a través de las películas de antes de la guerra y después de ella, se detallaban situaciones, que observé o me pillaron de cerca por los años jóvenes que entonces tenía. Tomé nota de algunas y, también, escribí frases en las que el machismo hacía furor por el acatamiento obligado, fingido, o temeroso y real, de muchas mujeres que no tenían más remedio que asumir o sufrir las consecuencias del ¿destino?  El  matrimonio, bendecido por la Iglesia, sin marcha atrás. No existía aún la posibilidad de divorcio. A cada  mujer le tocaba, o no, la suerte en esa lotería del amor. Creo que si las mujeres hemos luchado por derechos, que pocos hombres estaban dispuestos a cederle y, analizo fríamente, no dudo de que mucho de lo soñado aún está por llegar.
 Hay celosos dueños de aquella que se le dio por compañera, quizá sin más mérito que su propia soberbia y se gozan en aquello de: mía aunque te pese, nunca de otro, y se sienten dispuestos a llevársela por delante si siente una pizca de amor hacia otro, es decir, si busca fuera del nido inhóspito una pizca de ternura.
Voy a dejar algunas frases que copié al oírlas. En una película del año 1959: «Somos vasallos de un gran destino». «Si España no hubiera existido no hubiera tenido hijos como san Luis». ¡Ah! la santa Rusia, perdón, España. 
En otra aparece un jinete, muy varonil él, montando el caballo y canta las delicias del Sol que pone su piel dorada. ¿Su mujer?... Ni idea. Tal vez en la cocina porque, eso sí, cuando una linda joven le cuenta a la mamá lo desdichada que es en su matrimonio, el sabio consejo llega directo: aguanta hija, disimula, ponle buena cara y ten dispuesta una buena cena que a los hombres se les conquista por el estómago. Claro que la luz se abrió paso cuando se le hacía a las mujeres esta preguntita: «¿Tú crees, mujer, que las costumbres inmorales, no tienen nada que ver con las desdichas de España?». Una palabra, no significa  lo mismo. Si ellos se van a putas, echan una canita al aire, si la infiel es mujer, resulta que es una puta. Distintos los raseros con los que se mide. «Si tu marido te pega, cállate boba, más vale una paliza que dormir sola». Que nadie lo acepte.