Una filosofía que trasciende fronteras

J. V (SPC)-Agencias
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El legado de desobediencia civil de Mahatma, a través de huelgas de hambre y marchas pacíficas, sigue teniendo hoy en día numerosos seguidores

Una filosofía que trasciende fronteras

«Existen muchas causas por las cuales estoy dispuesto a morir, pero ninguna por la cual esté dispuesto a matar», escribió Mahatma Gandhi en 1927. Una afirmación que recoge la esencia de su filosofía, que no es otra que la no violencia, una doctrina que trascendió a todo tipo de fronteras y tiempos y que hoy en día sigue teniendo numerosos adeptos. 

Para lograr sus objetivos, el llamado padre de la India recurrió a diversos instrumentos no violentos, como la huelga de hambre o las marchas pacíficas. No en vano, solía decir que «la fuerza no proviene de la capacidad física, sino de la voluntad indomable» del ser humano. Y era esa férrea voluntad la que le hacia perseverar hasta el final.

Uno de los ejemplos más claros e inspiradores de esa desobediencia civil fue la famosa Marcha de la sal, una protesta ciudadana que consistió en recorrer cerca de 400 kilómetros hasta el océano Índico para restaurar el derecho de los indios a producir y consumir esta sustancia, en perjuicio de los británicos. La concentración se llevó a cabo durante 26 días entre marzo y abril de 1930 

Así, esta manifestación se convirtió en una inspiración para los movimientos de no violencia de Martin Luther King. Y en 1930 la revista Time llegó a compararla con el episodio del motín del té en Boston, que desembocó en la independencia de EEUU. La Marcha de la sal no tuvo el mismo resultado, pero dejó claro a los británicos el poder de la no violencia de Gandhi para unir al pueblo.

Pero no solo con acciones predicó Gandhi, su lucha pacífica abarcaba también mensajes virales de motivación, en defensa de la justicia, la honestidad y el cambio social, como el famoso «Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo» o «La paz es el único camino».

Búsqueda de la verdad

Otro de los lemas que recomendaba Gandhi con ahínco era la búsqueda de la verdad individual. No se trataba de un mero ejercicio científico, ni siquiera de una práctica filosófica, sino de una especie de profunda búsqueda religiosa.

El no concebía la verdad como elemento contrario a la falsedad, sino que identificaba la verdad como un sinónimo de justicia social y en último extremo de religiosidad.

Su sentido más profundo no era solamente filosófico, sino también teológico y espiritual.

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