El icono pacífico que doblegó un imperio

J. Villahizán (SPC)
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Gandhi fue un hombre 'santo' que logró con métodos no violentos alcanzar el sueño de una India independiente de los británicos, aunque sus aspiraciones eran más ambiciosas, como abolir las castas o alcanzar la concordia entre religiones

El poeta y filósofo Rabindranath Tagore apodó a Gandhi como Mahatma, que significa ‘Gran Alma’.

Para muchos Mahatma Gandhi era un santo, una persona que desprendía paz y sosiego, un ser que encarnaba la filosofía de la no violencia y que era partidario de la pobreza. Hoy, 75 años después de su muerte a manos de un fanático hindú, este héroe nacional sigue siendo un símbolo de las revoluciones pacifistas en todo el mundo y un icono de la agitación civil.

Su máxima era defender la paz mundial como vínculo de unión de todas las naciones, por ello Gandhi fue nominado hasta cinco veces al Nobel de la Paz, aunque la Academia sueca nunca se lo otorgó.

Sus métodos eran la palabra, la huelga de hambre y las marchas. Solo así consiguió uno de sus grandes logros y por el que es recordado:la independencia de la India del todopoderoso imperio británico en 1947.

Pero lo más inspirador de su figura no reside tanto en el éxito de una India independiente como en los medios, es decir, en sus casi tres décadas de perseverancia en un activismo pacífico sustentado en la no violencia y en la fuerza de las ideas y las convicciones. 

Además, sus metas siempre fueron mucho más amplias y abarcaron la abolición de las castas, la justicia social, la transformación de las estructuras económicas y la concordia entre religiones, conceptos que convergían en un ideario con una profunda renovación ética y espiritual del ser humano. Su pensamiento y acción pacífica llegó a alterar el famoso establishment político e ideológico del momento, no solo en la India sino en lugares tan alejados como Estados Unidos o Sudáfrica, además de ser un modelo a seguir para personajes de la talla de Luther King o Nelson Mandela.

En lo personal, Gandhi fue un hombre de austeridad extrema y modestia absoluta. Tal era así que se quejaba hasta del título de Mahatma (Gran Alma en hindú) que le había dado contra su voluntad el poeta y filósofo Rabindranath Tagore.

Un niño rico

Mohandas Karamchand Gandhi nació el 26 de octubre de 1869 en Porbandar, una ciudad costera en el noroeste de la India. Pertenecía a la casta de los comerciantes, aunque su padre, Aramchand, logró prosperar y llegó a ser primer ministro de la región.

Gandhi, que fue un adolescente silencioso y retraído, no destacó en la escuela y a los 13 años sus padres, siguiendo la tradición hindú, concertaron su matrimonio con Kasturba Makharji, perteneciente a su misma estirpe. Pese al arreglo, el suyo fue un enlace bien avenido y dio como fruto cuatro hijos.

Tras el fallecimiento de su padre, la familia decidió en 1888 enviar al joven Gandhi a estudiar a Inglaterra. En Londres se matriculó en el University College, donde se licenció en Derecho, y mantuvo sus tradiciones religiosas: no comer carne, no beber alcohol y no mantener relaciones sexuales. 

A su regreso a la India en 1891, el joven Gandhi se encontró con todo en contra: una familia que había perdido influencia en la comunidad tras la muerte de sus dos progenitores, su estancia en el extranjero, que era vista  como una traición, y su fallido estreno como abogado. Al final, no le quedó otra opción que aceptar una oferta como asesor legal en Sudáfrica, país en el que residió más de dos décadas.

Fue allí donde el joven pacifista, con solo 24 años, sufrió el racismo en primera persona por parte de los boers y de los ingleses. Durante ese tiempo, Gandhi se dedicó de manera incansable a defender los derechos de sus compatriotas y fue moldeando el sistema de lucha pacífica que le haría mundialmente famoso. 

Tal fue así, que a su regreso a la India en 1915 era ya considerado un héroe. Creó una sociedad monástica en la que estaban prohibidas la propiedad privada y las vestimentas extranjeras, y dio cabida en ella a las castas más bajas.

En los años posteriores, Mahatma se convirtió en el líder del nacionalismo indio, alcanzando la Presidencia del Congreso Nacional Indio, el partido que abogaba por la independencia. Impulsó un movimiento de desobediencia civil, que incluía la negativa a pagar impuestos y el boicot a las autoridades coloniales, a lo que se añadió una declaración de independencia en 1930

El símbolo de aquella protesta fue la llamada Marcha de la sal que, en la línea de la protesta no violenta, fue un hecho crucial para la posterior separación del país asiático. 

A lo largo de 24 días, Gandhi, un hombre de 61 años, delgado y débil recorrió acompañado de miles de personas casi 400 kilómetros.

El 15 de agosto de 1947 la India y Pakistán se convirtieron oficialmente en estados independientes, pero el Mahatma no quiso participar en las celebraciones, ayunando en un intento de reconciliar a ambas comunidades.

El 30 de enero de 1948, cuando contaba con 78 años, Gandhi fue asesinado a tiros por el extremista hindú Nathuran Godse, molesto por la tolerancia del Mahatma hacia los musulmanes.