José María Ruiz Ortega

Estampas rurales

José María Ruiz Ortega


El último pastor

02/04/2022

Abril es un mes completamente primaveral, la atmósfera está más revuelta y son frecuentes los chaparrones intermitentes, aunque los meteorólogos nos predicen una primavera seca y cálida. Pronósticos poco fiables a medio o largo plazo. Salimos a pasear mirando al cielo y al suelo. Dejamos el viejo Opel en una senda y fue Tolo el que apuntó la ausencia de las ovejas en el campo. No hay más que hierbajos secos que son un peligro cuando llegue el estío. Así todo, la hierba primaveral brotaba con viveza en el fondo de esa extraña floresta de un campo solamente hollado por la fauna salvaje. No hay cazadores y los jabalíes campan a sus anchas dañando cultivos.
El pasado año se jubiló el último pastor, el ganadero que mueve sus ovejas por el campo y ya se nota la falta de limpieza que realiza el ganado ovino. Tolo se pregunta, desde cuándo hay ovejas en estos parajes. Le digo que regresemos al Paleolítico y mirando a un pequeño otero le recuerdo que aquí está la muestra. Han bajado del castro a la tierra que pisamos, aquí está la verdadera historia de nuestros ancestros vacceos, un clan celta que pastoreaba en un lugar abierto de trigales y tierra desarbolada. Ya ves, dijo Tolo, me está pareciendo interesante este paseo, me siento un vacceo con el rebaño, mis ovejas confían en el pastor, no son tan salvajes porque intuyen que las protejo de los depredadores.
Ya no hay ovejas en el campo, estamos en otro ciclo y siempre recordaremos con extrañeza el silencio de los cencerros. La ausencia vertical del pastor en la horizontalidad campera, con la manta a cuadros, perro atento y transistor para matar el silencio. Hay pasto de sobra en este inicio de abril, el vacceo encamina el hato hasta el refugio del otero donde el clan le ofrece protección. Estamos pisando donde pastorearon nuestros ancestros neandertales y luego vacceos con sus ovejas. Puede que algún día veremos de nuevo las churras limpiando tesos, senda o arroyuelos. 
Tolo dijo, otro día subimos a la pequeña loma, ya sé que apenas quedan restos, pero nos imaginaremos al clan de vacceos dominando la llanura alrededor.     

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