«Hay que ser sostenibles en el modelo intensivo»

Jesús Hoyos
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El ganadero se muestra abierto al debate sobre el modelo de producción, pero no a costa de castigar al sector. Defiende un modelo intensivo diseminado por el territorio que genere riqueza y cumpla todos los controles y garantías de bienestar animal

«Hay que ser sostenibles en el modelo intensivo» - Foto: Sara Muniosguren

El 26 de diciembre, el periódico británico The Guardian publicó una entrevista con el ministro de Consumo, Alberto Garzón, en la que criticaba las «macrogranjas» gestionadas por «grandes empresas multinacionales de ganadería industrial» con hasta 10.000 cabezas de ganado. Inmediatamente, el sector ganadero español y el de Castilla y León en concreto, se movilizó contra sus palabras. DP conversa con Fernando Gutiérrez, ganadero de Quintana del Puente que tiene una granja con unas 300 vacas, que da trabajo a 10 personas y sostiene a casi 30. Gutiérrez aclara la terminología empleada durante estas semanas, los problemas a los que se enfrenta el sector y las exigentes normativas de bienestar animal y medioambiental que se cumplen en la Unión Europea para garantizar la máxima calidad.

¿Cuál es la diferencia entre ganadería extensiva e intensiva?

Ganadería extensiva es aquella en la que los animales están en libertad y aprovechan el pasto del campo para consumir todos o la mayor parte de sus alimentos. En teoría, no comen nada que proporcione el hombre. En épocas de frío o calor extremo, en las que no hay pasto, se está autorizado a alimentar a los animales. En la intensiva, el ganado está en interior con diferentes modelos de alimentación, estabulación y metros cuadrados de superficie por animal.

La gran diferencia es que a unos se les da la alimentación en pesebre y los otros lo comen, en teoría, todo del campo. En todo caso, lo que pueden comer los animales en ambos modelos está regulado. No pueden consumir nada que no esté registrado como materia prima para la alimentación animal. Tampoco se pueden aplicar antibióticos sin receta veterinaria por un caso clínico.

 

¿Existen las macrogranjas en Castilla y León y Palencia?

Hasta donde yo sé no existe una definición a nivel legal de macrogranja ni de microgranja. Existen explotaciones en intensivo y en extensivo. El concepto que tengo de macrogranja es aquello que han utilizado muchos grupos en contra de la ganadería para definir cualquier tipo de explotación que no les interesa. Les es igual una granja de 5 vacas, de 50 que de 300. Intentan defender el modelo extensivo.

Yo ordeño 300 vacas. Para el que tenga 50, yo sería una macrogranja. El vecino al que le moleste el olor se cansará de decir que lo soy, que contamino y que destrozo a los animales. Para una explotación de 3.000 en Valencia u otra de 5.000 en Navarra, soy un mindundi. Al final, se trata de una explotación en intensivo que cumple todas las garantías y que se sitúa en alguno de los estratos. Cada una cumpliendo diferentes medidas sanitarias, más o menos restrictivas. Una explotación en intensivo puede tener siete vacas. El problema es asociar macrogranja con intensivo y criminalizar todo.

Lo que sí existen son cuatro niveles de tamaños en función de las Unidades de Ganado Mayor (UGM), que tienen su propia equivalencia en porcino, ovino, bovino o avícola. Hasta 120 UGM, de 120 a 450, de 450 a 750 y más de 750. Esos son los estratos marcados por la legislación española.

 

¿Se puede superar ese número de 750?

Hasta ahora, sí, no había limitaciones. Simplemente, las explotaciones que tienen más de 600 UGM han de pasar una ley de impacto ambiental. El que tenga 1.000 vacas o 5.000 cerdos no está incumpliendo ninguna normativa si tiene esa autorización. En porcino se legisló en 2020, no hablamos de algo obsoleto de hace 50 años. La de vacuno está en fase de consulta pública para legislar el tamaño de explotación máximo. La propuesta del Gobierno son esas 750 UGM. También se regulará la distancia entre explotaciones o los metros de patio en intensivo.

¿Cómo pueden convivir ambos modelos de ganadería?

No es que puedan, es que conviven y son necesarios uno para el otro y viceversa. Ahora mismo, se habla mucho de promover y beneficiar las explotaciones extensivas familiares. Pero no se dice la verdad. El 90% de los terneros que se crían en extensivo se acaban engordando en intensivo. La mayor parte en la misma explotación. Tienen las vacas en el campo y cuando los terneros alcanzan cierta edad, pasan a un cebadero en intensivo. ¿Eso quiere decir que la carne o la alimentación son peores? No, simplemente ocurre que hay épocas en que no hay comida en el campo. Si tú quieres que engorden, los animales necesitan una alimentación que lo favorezca, como cereales y proteínas. La gran virtud del intensivo hoy es que les damos lo que necesitan y se aprovecha todo su potencial de crecimiento.

Una ganadería 100% extensiva no es entonces posible, en cierto modo

Hay casos puntuales en que sí pero son muy pocos. En Castilla y León hay muchos meses en que los pastos brillan por su ausencia y los animales no lo pasan bien. Eso se complementa, algunos meses al 100%, con alimentación en base a forrajes o cereales.

 

Uno de los argumentos a favor de la ganadería familiar es que asienta población en el medio rural

La ganadería fija población per se. Tenemos que vivir cerca de los animales. La extensiva es quizá la que menos población fija en cuanto a que permite no estar mañana y tarde en la granja. Puedes vivir en Palencia e ir a las 10 de la mañana a ver a los animales. En intensiva es imposible. En mi caso, tenemos 300 vacas y trabajamos 10 personas. Las 10 vivimos en el pueblo, Quintana del Puente, con unos 200 vecinos. Entre empleados, socios y familiares, 28 dependen directamente de la explotación ganadera y todos estamos en el pueblo. Es decir, más del 10% de la población total. La intensiva fija población.

¿Qué queremos promover? Ahí están las leyes para que las hagan y las enfoquen en el camino que consideren, pero hay que tener cuidado cuando se odia y demoniza tanto a todo tipo de ganadería, cuando resulta que generamos vida en los pueblos. Eso ocurre en la comarca de La Vega, eminentemente ganadera. También en Melgar de Yuso o en el propio Quintana. Donde hay ganadería, las poblaciones se mantienen o crecen.

¿Se han desvirtuado las declaraciones del ministro Garzón?

Ataca a todos los ganaderos. Luego ha hecho el matiz de referirse a explotaciones de  4.000, 5.000 o 10.000 UGM, pero ataca a todos diciendo que hay maltrato animal y que la carne es de peor calidad. No sé si la ganadería de 50 o 200 vacas tiene mejor o peor trato, pero a diario tenemos inspecciones de bienestar animal. La empresa que nos recoge la leche, la Junta, el Seprona... Las denuncias son terroríficas. Doy por sentado que en todas las explotaciones se hacen las mismas inspecciones. Decir eso no tiene ningún sentido porque la carne tiene todas las garantías y cuestiona la labor de una gran cantidad de funcionarios, técnicos y trabajadores del Seprona que la inspeccionan con las exigentes normativas de la Unión Europea.

Creo que ha intentado hacer ruido para abrir otro debate, que es el tipo de explotaciones que este Gobierno quiere para España. Entiendo que se haga y no voy a ir en contra del debate. Pero sí critico que para ello un ministro haya tenido que dar malas sensaciones del sector cárnico, que genera mucho. Si quieren otro modelo productivo, están en el Gobierno. Que hagan una ley con la normativa que consideren. Castilla-La Mancha ha aprobado una para no autorizar explotaciones de cerdo de más de 2.000 ejemplares. Lo que no puede ser es castigar y demonizar a un sector que es eminentemente exportador. 

A quienes llevan nuestras vacas ahora les piden que bajemos los precios. Igual no se ha reducido el volumen de exportación, pero sí la cantidad de dinero que se genera. Parece una perogrullada, pero hace unos días el comisario europeo de Agricultura dijo que si algo definía a España era la calidad de sus carnes. ¿No queremos ser el productor de carne de Europa? Que legislen y reduzcan el tamaño máximo de las explotaciones, para ello tienen la autoridad. Una vez hecho, cargaremos con las consecuencias: reducción de ingresos, de puestos de trabajo, de consumo de cereales...

¿Cómo responden los ganaderos a otros ataques como el consumo perjudicial de carne o la contaminación de las explotaciones?

En Castilla y León quedan algo menos de 1.000 ganaderías de vacuno de leche. El peso político y social que tenemos es nulo. Cualquier estornudo de una empresa grande hace mucho más daño que una neumonía de toda la ganadería. Nuestra respuesta es intentar hablar y explicar todo lo que hacemos. Contaminamos, pero hemos reducido las emisiones de metano en torno a un 35-40%. Nadie se para a decirlo.

Hemos conseguido que, con los mismos kilos de materia seca que comen a diario, produzcan más y contaminen menos. Esto es fruto de que llevamos décadas tomando muestras y estadísticas. Aprendemos a ser más eficientes pero no se nos reconoce. También estoy cansado de oír que atiborramos a los animales de medicamentos. Hoy por hoy, no se pueden poner si no están recetados por un veterinario. En los últimos ocho años se ha reducido un 65% el uso de medicamentos en animales. Los esfuerzos son exagerados.

En cuanto a la calidad de la carne, el control es máximo. Cada animal tiene su número a la hora de darle un antibiótico y un período de supresión durante los cuales ni la carne ni la leche pueden ir destinadas a consumo humano. Si tengo un error humano, cometo un delito contra la salud pública con multas exageradas y pena de prisión garantizada. No nos jugamos una regañina de la maestra, sino la cárcel. Garantizamos que los alimentos son de la máxima calidad y aun así sale gente diciendo esas tonterías, que son las que van a hacer desaparecer el sector, al margen de que económicamente también tengamos un problema.

Han denunciado muchas veces el bajo precio de la leche, que no permite cubrir los costes de producción de la ganadería

A la gente le apetece una chuleta, queso o una lechuga, va al supermercado y lo tiene a muy buenos precios. La sociedad da por bueno que eso va a ser así siempre. Estoy convencido de que esto va a cambiar. A 10-12 años lo que entendemos por ganadería va a desaparecer. Se producirá la leche en esas macrogranjas que tanto se denostan porque será rentable y no habrá otro modelo de producción.

El precio de la leche ha subido un céntimo en enero pero los costes de producción han subido 2,5 céntimos. Con eso está todo dicho. Hay que reconocer que la Junta ha dado una ayuda dependiendo del tamaño de las explotaciones hasta un máximo de 8.000 euros. En mi caso, solo compensa la subida de soja y maíz de un mes al año.

Su trabajo ha sido esencial durante la pandemia para evitar el desabastecimiento. ¿Creen que se valora lo suficiente?

Cuando la sociedad empezó a pensar que podría ir al supermercado y que no habría leche o carne, se vio que seguíamos levantándonos a las seis de la mañana todos los días para ordeñar y el hortelano seguía produciendo sus lechugas. Igual que nos dimos cuenta de que la sanidad es importantísima, muchos pensaron que este sector también. Como se vuelven a ver los stands llenos, hemos vuelto a perder esa conciencia.

¿Cómo les ha afectado el covid?

Hasta hace unos pocos días habíamos conseguido librarlo. Los puestos de trabajo están diferenciados, salvo las horas de ordeño, en las que hay un ligero contacto.

La PAC será solo para profesionales a título principal. ¿Está de acuerdo?

Es absolutamente injusto que reciba dinero quien no vive del sector. La PAC no es más que una compensación por la no actualización de precios del IPC para que la cesta de la compra fuese asequible. Fue un tema político decidido en Europa. No estoy excesivamente de acuerdo porque cada producto debería valer su precio. No se nos debería tildar de oportunistas cuando solo recibimos un dinero para compensar esa pérdida de valor. La PAC ha de ser para quienes viven del campo. El sector ganadero ha salido muy perjudicado. Se ha hecho tabla rasa en la última reforma pues a los ganaderos en activo se les ha realizado la misma reducción del valor de los derechos que a los que ya no están en activo, cuando no debería pagarse a quien no produce y mantenerlo a quien sí lo hace.

 

También se va a orientar hacia explotaciones más sostenibles

En el tema de alimentación, el caballo de batalla es producir alimentos mucho más digestibles para que sea más natural y se aproveche al máximo la concentración de proteína. Así se puede depender menos de la soja que viene de fuera. En nuestro caso, el 80% de la alimentación la hacemos con forrajes que producimos en la misma explotación y dentro del término municipal. Eso nos permite adecuar la alimentación a las necesidades. El abonado de las tierras con las que producimos esos forrajes se realiza con estiércol y purines de la propia granja. Cubrimos casi todas las necesidades de la tierra y evitamos las emisiones producidas por el transporte de montones de toneladas de abonos minerales, aportando grandes cantidades de materia orgánica de la que están muy necesitados los campos de Castilla. Además, todos los cultivos verdes, que tienen mucha masa foliar, hacen la función de captador de CO2. Es el modelo de economía circular. Una explotación intensiva no está reñida con ese modelo.

La genética es uno de los grandes avances. En vacuno, se ha secuenciado todo el genoma. Con un simple análisis, se puede determinar la producción, la predisposición a enfermedades y su vida productiva. Al poder seleccionar, se consiguen animales mucho más eficientes. Por otro lado, en nuestro caso, el 50% de la electricidad consumida en los dos últimos años es generada con placas solares. El paso siguiente sería que el Gobierno apostase por las plantas de biogás donde fuera rentable.

 

¿Qué propone para garantizar el relevo generacional con la incorporación de gente joven teniendo en cuenta la pérdida progresiva de ganaderos?

Si hace diez años mis hijos me dicen que quieren dedicarse a esto, hubiera sido el tío más feliz del mundo. Hoy, no quiero que cargue sobre mi conciencia el haberles alentado a ser unos maltratadores y unos contaminadores natos. Creo que el tipo de explotación ganadera que tenemos hoy desaparecerá y no por lo económico. Los ganaderos nos hemos adaptado relativamente bien al sistema. En los ochenta, Europa nos instauró un sistema de cuotas. Al principio empezó mal, por errores en los ganaderos seguramente. Fuimos capaces de hacerlo funcionar perfectamente. Hemos conseguido estabilizar el mercado, ser rentables y funcionales. El tema social se nos escapa de las manos. La única forma de conseguir el relevo generacional es que las administraciones den a conocer a la sociedad lo que hacemos, para que no todo el mundo sea libre de opinar y criticar sin saber.

 

¿Cómo se puede mejorar esa visión que tiene la sociedad?

Dentro de poco habrá un etiquetado de ganadería de origen familiar. Queda muy bonito y hasta suena bien. ¿Qué es una ganadería familiar? Una granja de 2.000 cerdos de cebo la puede gestionar una persona, es familiar. Hay que dejar las cosas claras, sobre todo el modelo de producción que queremos a través de la legislación. Después etiqueta esa carne porque tiene todas las garantías y exigencias. Que no se compliquen. En cualquier sitio te ponen carne de intensivo y extensivo y el 90% no lo distinguirá. El 10% que sí, escogería antes lo intensivo porque es una carne alimentada en función de todas sus necesidades.

 

¿Cuál debería ser según su opinión ese modelo de producción?

En cuanto a bienestar animal y medio ambiente, estoy convencido de que una explotación grande puede tener las mismas garantías. Socialmente, preferiría 20 explotaciones de 300 vacas que una de 6.000. Estarían diseminadas y generarían riqueza en todo el territorio. ¿Cuál es el tamaño para hacer una explotación tipo? Es difícil. Si decimos 20 vacas en cada pueblo quedaría muy bonito. Pero estaríamos favoreciendo la explotación laboral. Considero que hay que hacer explotaciones intensivas pero con el tamaño suficiente para que laboral y económicamente sean viables. Quizá en cada sitio esas dimensiones sean distintas, pero ese paisaje bucólico de la vaca rumiando y pastando es inviable. 

La población cada vez es mayor y tenemos que darles de comer. Si la sociedad demanda todo en extensivo, hay que tener cuidado porque los stands de los comercios no estarán llenos. Es imposible producir todo de esa manera. Al final eso derivará en lo contrario. La escabechina de ganaderos de 50, 60 o 100 vacas es terrible porque tampoco estamos dispuestos a pagar precios altos por esos productos de ganadería extensiva. Cuando no haya alimentos, esas grandes granjas que gestionan fondos de inversión no se montarán en España por la normativa. Nos habremos cargado un sector productivo funcional, diseminado y fácil de controlar y habrá una granja en el desierto de Marruecos. Este es el otro caballo de batalla. Los productos que importamos vienen con la normativa del país de origen. Con la europea, que es súper exigente y damos por buena, sería impensable producirlo a esos precios. Por ejemplo, recientemente entraron aguacates de fuera con restos de un fitosanitario que en España lleva 20 años prohibido. Venía catalogado como producto ecológico según su normativa. No jugamos con las mismas cartas.

Hay que ser sostenibles en lo intensivo, producir la máxima calidad y complementarlo con lo extensivo porque han de hacerse sinergias entre ambos sistemas. No encuentro problemas económica, ambiental y sanitariamente en una explotación de 3.000 vacas. No me opongo siempre que se cumplan las normativas. Eso no condicionará que la leche y la carne sean de peor calidad o que los animales estén peor tratados.

 

¿A qué otros problema se enfrenta la ganadería?

El lobo, por ejemplo, es otro de los problemas del extensivo. La sociedad va a la foto bucólica, pero los ataques -y accidentes de tráfico- que involucran fauna salvaje son una invasión. ¿Queremos tener lobos? Perfecto, pero hay que compensarlo y quizá las consecuencias sean mucho más duras porque los ganaderos de extensivo acabarán siendo pastores del lobo.