La pandemia de 1918 que dejó huella en Palencia

ALBERTO ABASCAL
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El dos por ciento de la población palentina murió en dos meses · El miedo apareció y se suspendieron actos como en la crisis actual

La pandemia de 1918 que dejó huella en Palencia

Eran otros tiempos y otras circunstancias, pero entre la crisis actual del Covid-19 y la mal llamada gripe española que afectó al mundo entero por igual en el último trimestre de 1918 hay enormes paralelismos: El miedo se apoderó de la población, se reaccionó tarde por parte de la clase política y se suspendieron todo tipo de actos públicos y actividades comerciales para evitar la propagación de la epidemia.

Diario Palentino publicó en febrero de 2018 un informe muy detallado de lo que supuso la gripe española en la provincia de Palencia al cumplirse el centenario de la letal pandemia y no está de más recordar los aspectos más significativos que afectaron a esta provincia.

La gripe española  borró de la faz de la tierra entre 40 y 50 millones de personas, según los últimos datos publicados (algunas fuentes hablan de 100 millones de muertos). Informes oficiales indican que unos 260.000 españoles murieron por este mal, el 1,5 por ciento de la población en el periodo comprendido entre octubre y noviembre de 1918, con especial incidencia en las provincias que hoy configuran la comunidad de Castilla y León.

Y en este escenario Palencia aparece en el cuarto lugar del particular ranking de afectación de la gripe española en esta Comunidad según los datos que aparecen en los registros oficiales de la época, con 1.939 muertos tras afectar a 64.000 personas. Sin embargo, otras fuentes difieren en estos datos estadísticos al señalar que el número de fallecidos se elevaría a unos 3.500 tras padecer la enfermedad  más de 100.000 personas, como expone el catedrático de Historia en la Universidad de Valladolid, Ángel de Prado Moura en su obra La epidemia de gripe de 1918 en Palencia.

Los cronistas de la época describieron los síntomas de la gripe española de esta manera: «fiebre de 40 grados, dolor agudo en la cuenca de los ojos, en los oídos y en la zona lumbar». Los síntomas incluían los típicos de la gripe: fiebre alta, tos, cansancio, dolor corporal y, en algunas ocasiones, diarrea y vómitos. Había también otros menos corrientes como dificultades para respirar (por inflamación y hemorragias en los pulmones), hemorragias nasales violentas, marcas rojas en el blanco de los ojos y manchas de color caoba en la cara.

Si se da por bueno el dato de 3.500 muertos por la incidencia de la pandemia, se puede concretar que el 1,7% de la población de Palencia (199.689 habitantes estaban registrados en 250 municipios, de ellos 19.400 en la capital) feneció entre finales de septiembre y comienzos de diciembre. O, lo que es lo mismo, la gripe española se llevó por delante a una media de 59 personas diariamente en Palencia durante la pandemia. Según los datos oficiales que aparecen en Diario Palentino, de 29 de abril de 1919, los 1.939 fallecidos se distribuyeron, por partidos judiciales, de la siguiente forma: Astudillo (178 entre 7.191 afectados), Baltanás (282 entre 9.571 afectados), Carrión de los Condes (322 entre 10.690 afectados), Cervera de Pisuerga (370 afectados entre 10.010 afectados), Frechilla (127 entre 5.982 afectados), Saldaña (303 entre 11.026 afectados) y Palencia (357 entre 9.579 afectados).

El gobernador civil de entonces, Pascual Testor, tuvo que dar instrucciones a los alcaldes para atajar los contagios, como la ventilación de espacios y la desinfección de las ropas con gas sulfuroso, agua hirviente o el formol. Además, se facilitó vacunas gratuitas a todos los palentinos de la capital y la provincia que lo desearan.

La declaración oficial de la epidemia de gripe -17 de octubre de 1918 cuando ya se contabilizaban más de 60 muertos- supuso, entre otras medidas, la prohibición de la cría y recría de cerdos y conejos en las casas de la población, el depósito de las basuras en los corrales, cuadras y habitaciones, y el depósito de trapos en el casco de la ciudad. Tampoco se podía arrojar agua sucia o limpia a la vía pública. Asimismo, la conducción de cadáveres se debía efectuar por el camino más corto y la prohibición temporal de lavar ropas en la dársena del Canal, mientras que las escuelas, espectáculos públicos y ferias quedaron temporalmente clausuradas.  La crisis fue remitiendo en diciembre, según las crónicas de la época.

 

Remedios como el cloruro cálcico, el zotal y el yodo

Durante la gran pandemia el Colegio Oficial de Médicos estuvo muy vigilante ante la aparición de los falsos curanderos con sus igual de falsos remedios y que no tenían otro propósito que el de hacer fortuna a costa del mal ajeno. Un caso detallado ocurrió en Palenzuela. En Diario Palentino se entremezclaban las esquelas con anuncios como la recomendación de la toma del agua ozonizada electrificante, que se vendía como el único medio de esterilizar el agua. El Ministerio de la Gobernación envío a Palencia varios sacos de cloruro de calcio para que estuvieran a disposición de los más afectados, mientras que el alcalde de la capital ordenó adquirir cuanto zotal hubiera a la venta para repartirlo por las calles.

Por último, otra sustancia que fue utilizada para combatir la epidemia fue el yodo. Este elemento presenta actividad frente a bacterias, mohos, levaduras, protozoos y un buen número de virus y, de hecho, de todos los preparativos antisépticos adecuados para su uso directo en los seres humanos y animales, y sobre en los tejidos, solo el yodo es capaz de matar todas las clases de agentes patógenos.

Otra enfermedad que se asentó en Palencia y que procedía de Portugal fue el tifus. De hecho, adquirió notoriedad pública a través de la prensa las órdenes emitidas por el gobierno civil para controlar los trenes de pasajeros después de conocerse que un convoy que iba en dirección a Francia había pasado por Venta de Baños.