Carmen Casado Linarejos

Epifanías

Carmen Casado Linarejos


La cultura

19/02/2023

Es un concepto global, es decir, que no se refiere a un solo ámbito del conocimiento, sino a todos ellos. A pesar de ello, los que constituyen el mundo del cine en España se arrogan la cultura como patrimonio exclusivo de su actividad profesional. Es como si sólo ellos poseyeran el nivel suficiente para merecer aquel atributo. El hecho en sí ya resulta absurdo por disparatado, pero es que cuando alguno de ellos se manifiesta públicamente evidencia que la cultura, en su más amplio sentido, es una carencia que no consiguen disimular. El pasado sábado, 11, se celebró en Sevilla la ceremonia de entrega de los premios Goya, réplica indisimulada de la de los Oscar. Esta evidente exhibición de indigencia imaginativa y su flagrante sectarismo político hacen de esta ceremonia un acto propagandístico, donde el cine es el pretexto. Baste observar la empalagosa obsequiosidad del presentador de turno con el presidente del gobierno. Hace años que en este acto hay críticas explícitas a los errores del Gobierno, pero sólo si ese Gobierno es de la derecha. En esta ocasión no faltó esa alusión, pero dirigida al gobierno de la Comunidad de Madrid, animando a participar en la manifestación contra la gestión de la sanidad madrileña que tuvo lugar el domingo, 12. Ninguna mención al bodrio que es la Ley del sólo sí es sí. Ninguna broma, a pesar de que era fácil, a los trenes que no caben en los túneles en Cantabria y Asturias. Omisión total de las chapuzas legislativas que se suceden a cual más grave. Ninguna alusión a la guerra en Ucrania. ¿qué fue de aquel 'No a la guerra' de hace veinte años? Cuando los miembros del sector de 'la cultura' repitan la muletilla de que «el cine es un sector comprometido con los derechos humanos» no podremos creerlo. Otro hecho que fue muy comentado estuvo en la vestimenta de los presentes en Sevilla. Ropa carísima, pero con escaso estilo y oportunidad. El presentador no pudo ocultar su incomodidad con el esmoquin. Mejor habría estado con ropa ordinaria acorde con su actitud en la gala que resultó inelegante y carente de empatía. Pero lo peor fue la excesiva duración del acto que nos aburrió al extremo de dormirnos sin atenuantes. Y eso es imperdonable.