Palencia celebró 80 festejos taurinos en 2022

Rubén Abad
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Del total de citas programadas, 14 fueron espectáculos serios, 55 celebraciones populares y once clases prácticas. Una quincena de pueblos acogió eventos de este tipo el pasado año

Palencia celebró 80 festejos taurinos en 2022 - Foto: Óscar Navarro

El recién estrenado 2023 tiene el reto de superar -o al menos igualar- a 2022 en lo que a celebración de festejos taurinos se refiere. Fácil no lo tendrá, pues el pasado ejercicio batió el récord de los últimos cinco años con un total de 80 citas con los astados como protagonistas, según los datos que ha facilitado a Diario Palentino la Junta de Castilla y León, organismo encargado de autorizar todos estos espectáculos a los que tanta afición hay en Palencia.

Estos 80 festejos son 15 más que los que tuvieron lugar en 2019, año en el que se registraron 75 (60 de ellos populares), y también está por encima de 2018 (66), la segunda cifra más baja en 20 años sin contar el SARS-CoV-2, solo por encima de 2013, con 64. Obviamente, la irrupción de la pandemia de la covid-19 también afectó de lleno al mundo del toro, reduciendo a uno el número de festejos en el año 2020 y anotando tan solo 18 (seis populares) en 2021, con las medidas de contención del coronavirus en plena vigencia.

Del total, siempre según las cifras que maneja la institución autonómica, siete se celebraron en la capital (las cinco tardes de la feria taurina de San Antolín y dos clases prácticas de la Escuela Taurina, una en la Feria Chica y otra como prolegómeno a los sanantolines) y los 73 festejos restantes en municipios del medio rural.

Corridas de toros hubo cuatro, novilladas con picadores se celebró una y se organizaron tres sin picadores. En paralelo, corridas de rejones se montaron dos, el mismo número que de festivales sin picadores y de espectáculos mixtos.

Detrás de la mitad de los festejos taurinos del medio rural (organizó unos 40 durante todo 2022) se encuentra el empresario Javier Chacón, que resume la clave de este ascenso en una sola frase: «Después de la pandemia, todos hemos aprendido, en mayor o menor medida, que las fiestas son cuatro días» y, por eso, agradece la apuesta de pueblos como Carrión, Grijota, Herrera o Velilla, donde se han vuelto a organizar festejos taurinos tras décadas de ausencia. No desaprovecha la oportunidad para cargar contra Venta de Baños, al que acusa de «no apoyar» el mundo del toro «cuando tres alumnos destacados de la Escuela Taurina de Palencia son de allí».

«Un pueblo sin toros es un pueblo sin fiestas, y un pueblo sin fiestas es un pueblo muerto», afirma Chacón, quién considera que en Palencia el festejo popular se lleva la palma, a excepción de la capital (los santanolines)o Astudillo, donde hay una gran tradición de novilladas. En cuanto a los espectáculos en plazas de toros, subraya que cerrar un cartel con un rostro conocido garantiza el lleno. Como muestra, él organizó una tarde con Jesulín de Ubrique en Baltanás, y el día antes se agotaron las entradas. «¿Quién no va a ir a los toros por 20 euros?», se cuestiona.

PUEBLO A PUEBLO

Según los datos aportados por la Junta, de las 80 citas programadas, 14 fueron espectáculos serios (novilladas, corridas…), 55 celebraciones populares y once clases prácticas con la Escuela Taurina de Palencia como protagonista. En total, una quincena de municipios acogió festejos taurinos a lo largo del pasado ejercicio: Ampudia (cuatro), Astudillo (cinco), Baltanás (cinco), Carrión de los Condes (uno), Dueñas (cuatro), Grijota (dos), Guardo (uno), Herrera de Pisuerga (dos), Palencia (siete), Paredes de Nava (seis), Saldaña (uno), Torquemada (cuatro), Velilla del Río Carrión (dos), Villada (dos) y Villarramiel (siete).

Estos siete días de festejos en Villarramiel se traducen en 14 festejos populares entre la vaca de prueba, el encierro campestre, el encierrillo del mediodía y el encierro de la tarde (de estos dos últimos, dos al día durante las fiestas patronales), lo que convierte a la localidad en la que más espectáculos de este tipo organiza anualmente en la provincia. 

«Los encierros de Villarramiel tienen tanta tradición como los de Cuéllar (Segovia), con más de 400 años de historia y, por tanto, nuestras fiestas giran en torno a los festejos taurinos. Sin ellos, no se entenderían», afirma la alcaldesa, Nuria Simón, quien destaca la «gran acogida» que tienen edición tras edición, «juventud incluida».

Sin embargo, reconoce que «cada vez es más complicado» organizar festejos por toda la tramitación burocrática que se exige. No obstante, asegura que «después de un año peleando con la vida, hay que dar al pueblo lo que le gusta». «Este es soberano y, si quiere encierros, hay que hacerlos», añade.

PRECIOS DISPARADOS

La covid-19 no solo redujo festejos, también obligó a sacrificar a muchos animales  en el campo (hasta cuatro veces más de lo habitual) para hacer frente a los costes en un año con «cero ingresos». Un golpe más para un sector ya de por sí tocado durante y tras la pandemia, en el que se han disparado los precios para la temporada de 2023 y, previsiblemente también, para la de 2024, según advierte el empresario. 

Pese a este incremento, Chacón asegura que los toros «es de lo más barato que hay a la hora de organizar una fiesta». Y es que si bien una buena orquesta puede rondar los 15.000 euros (algunas en el top nacional superan esta cifra ampliamente), «con ese dinero llevo yo una plaza portátil a un pueblo donde no la haya y monto dos o tres tardes».

A tenor de los datos facilitados por el empresario taurino, un Gran Prix (pruebas de obstáculos con vaquilla) ronda los 5.000-6.000 euros el espectáculo completo, con los aparatos, el animal y todos los permisos. Una novillada puede salir por 15.000 euros y un festival sin picadores de cuatro novillos subiría hasta los 20.000, a 22.000 con seis astados. Las corridas son «otro mundo», y van de 60.000 euros para arriba.

En lo que animales se refiere, reconoce que existe «un problema grande» porque, según advierte, «hay muy pocos novillos y los que hay son carísimos». Así, un eral (entre uno y dos años) ronda los 1.800 euros (entre 1.300 y 1.500 las últimas temporadas), un utrero (de dos a tres años) puede alcanzar los 3.000 (unos 2.000 el año pasado) y un toro para una plaza de tercera o para correr por las calles, no baja de los 5.000. Lo más económico siguen siendo las vacas de entre 6 y 10 años para los encierros, por las que se paga unos 900 euros frente a los 500 o 600 de hace cinco años.

PAREDES ABRE EL CALENDARIO

Mención especial merece Paredes de Nava, que inauguraba el pasado 21 de enero el calendario oficial de festejos taurinos de 2023 con el Toro de San Sebastián. Una fiesta que abarrotó de público el coso de San Juan, a los pies de la iglesia homónima, que viene a constatar la enorme afición que existe en el municipio terracampino. Basta con pensar en el nombre de sus fiestas: los Benditos Novillos.

«En Paredes los toros gustan mucho y la gente está encantada en cada ocasión que programamos un festejos; no había más que ver la gran afluencia de público», señala a DP el concejal de Festejos, Jacob Nieto. Asimismo, el edil incide en que este tipo de espectáculos también repercute de forma positiva en la economía local, principalmente en el sector de la hostelería. 

A juicio de Nieto, salvo muy contadas excepciones, el futuro en el medio rural está en festejos a pie de calle. Y es que, según reconoce, los pequeños y medianos municipios no son capaces de organizar, por ejemplo, una corrida de rejones con figuras «porque es inviable económicamente para nosotros». De ahí que califique como «un gran acierto» la recuperación del ya mencionado coso de San Juan, donde en cada festejo se respira un gran ambiente, tanto de los valientes que saltan al albero como de los aficionados que les siguen desde las talanqueras.

Entre los municipios más poblados de la provincia es Guardo el único que celebra algún tipo de festejo taurino en el marco de sus fiestas patronales de San Antonio. Si bien es cierto que en la villa norteña hubo el pasado siglo una gran afición, los festejos no se recuperaron hasta 2015. Fue gracias al empeño personal de la concejala de Festejos de entonces, Lali Pinilla, y desde aquel año la plaza de toros portátil solo ha dejado de instalarse en la avenida de San Isidro en junio de 2020 (fiestas canceladas) y de 2021 (limitadas a un pequeño programa cultural y musical) por la pandemia.

Y es que en el municipio guardense trabajan bajo la premisa de que «no se hace la fiesta según los gustos del alcalde, el equipo de Gobierno o la corporación municipal, sino atendiendo a la demanda de los vecinos». «En Guardo hay mucha afición, al igual que en el resto de los pueblos de la comarca, y eso queda patente en los tendidos. Entre las peñas también funcionan muy bien, sobre todo los concursos como el Humor Amarillo, que cada año tienen más demanda entre mis jóvenes», afirma la concejala de Festejos, María José García.