Villamuriel, leyendas y jotas

Fernando Pastor
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La Asociación Cultural El Cabás realiza actividades etnológicas, intenta recuperar tradiciones, confecciona artesanalmente instrumentos como rabeles o flautas y los exponen, colabora con los colegios enseñando a los niños a cantar y tocar melodías

Villamuriel, leyendas y jotas

Villamuriel de Cerrato está celebrando sus fiestas de La Virgen y San Roque (días 15 y 16 respectivamente). La primera por ser Nuestra Señora de la Asunción la patrona de la localidad. El segundo por ser uno de los votos de villa debido a que está considerado como el patrón contra la peste y en general contra todo tipo de epidemias,  dolores, traumatismos y todo lo que tenga que ver con las enfermedades (hospitales, farmacias, médicos, farmacéuticos), así como de otros colectivos: sepultureros, peregrinos, agricultores, jardineros, vinateros, camineros, carpinteros, fabricantes de fuegos artificiales, marinos, carreteros... lo que le ha convertido en patrón de numerosas localidades en todo el mundo.

Nacido en Montpelier en el siglo XIV, Roque aprendió medicina y comenzó un peregrinaje hacia Roma atendiendo por el camino a afectados por la peste. Él mismo enterraba a los fallecidos, pues nadie se atrevía a acercarse a ellos. Al final se contagió y se retiró a un bosque, en el que encontró un perro que le ayudó a alimentarse llevándole pan; por eso se le representa siempre con las llagas de la peste y junto al perro. Tras curarse con ayuda del dueño del perro continuó peregrinando, siendo detenido (al parecer acusado erróneamente de espionaje) y falleciendo en prisión. En 1584 fue canonizado.

En Villamuriel de Cerrato en concreto existe una celebración relacionada con la peste y por tanto con San Roque (al igual que en Soto de Cerrato, donde se hacen hogueras para conjurar la peste). En 1717 una epidemia de peste asoló la localidad y las autoridades decidieron repartir pan, queso y vino a los más necesitados. Desde entonces el día de San Roque se reparte pan, vino y queso a modo de festejo. En un principio se daba a quienes se consideraba responsables de mantener la casa: los hombres y las mujeres viudas, pero con el paso de los años se le da a todo el que se acerque a recibirlo y se añade el último día de fiestas el reparto de la vaquilla, un guiso de carne de ternera con patatas, reminiscencia de cuando en Villamuriel  se programaban actos taurinos.

Villamuriel, leyendas y jotasVillamuriel, leyendas y jotasEste año además ha sonado la Jota de Villamuriel, compuesta en letra y música por César Vázquez, miembro de la Asociación Cultural El Cabás y autor anteriormente de otras jotas, rumbas, pasacalles, marchas y hasta un pasodoble dedicado a su compañero en El Cabás Fernando Magdaleno El Torero, natural de Villafrechós (Valladolid) pero afincado en Villamuriel desde 1982 y que su afición a los toros le llevó a sacarse el carne de tauromaquia para poder participar en espectáculos taurinos, aunque actualmente solo participa en capeas, encierros y concursos de cortes.

La Asociación Cultural El Cabás realiza actividades etnológicas, intenta recuperar tradiciones, confecciona artesanalmente instrumentos como rabeles o flautas  y los exponen, colabora con los colegios enseñando a los niños a cantar y tocar  melodías y canciones tradicionales, toca la dulzaina en las fiestas de otros pueblos conjuntamente con el grupo Dulzaineros del Cerrato. 

Recorriendo otros pueblos es como percibieron que la mayoría de localidades cuentan con una jota propia y se propusieron componer una para Villamuriel. La estrenaron en las otras fiestas de la localidad, las de la Ascensión de este año, tocándola con dulzainas y acompañada al baile por el grupo Aires       Palentinos.

Estas otras fiestas de Villamuriel también cuentan con su leyenda, a la que César Vázquez ya había dedicado un tema musical, la Marcha procesional de la Virgen del Milagro.

La leyenda parte de la tremenda sequía que asoló Villamuriel en el año 1601, lo que animó a realizar una procesión de Letanía desde la iglesia de la localidad hasta la ermita de Nuestra Señora del Otero, en Palencia, a modo de rogativa implorando lluvia. 

En la procesión, realizada el 30 de mayo, víspera de la Ascensión, llevarían la imagen de la Virgen en andas y alumbrada con cirios. Pero carecían de medios para adquirirlos, por lo que pidieron al cerero cuatro hachones, que serían portados por sendas doncellas, con la condición de que al final de la procesión le pagarían solamente la cantidad de cera consumida. Para ello pesaron los hachones, resultando 8 libras y media (equivalente a 460 gramos), y dejaron a modo de señal 8 reales. Tras la procesión las velas no habían consumido nada, pesaban incluso más que al inicio, por lo que no tuvieron que pagar nada. El 9 de noviembre de ese año este hecho fue declarado milagroso, por lo que se le conoce como el Milagro de la cera, tal como se recoge en el blog Amigos del Patrimonio de Villamuriel.

La declaración de Milagro originó a lo largo del tiempo actuaciones como colgar hachones originales flanqueando la imagen de la Virgen en la iglesia, la creación de una cofradía con sus mayordomos, la realización de actos religiosos (novenas, vísperas, misas, procesión, recitado de las Gracias elaboradas por el poeta de Alba de Cerrato Elpidio Ruiz Herrero...), festivos, culturales y deportivos en torno al día de la Ascensión.

La procesión rogativa que dio lugar a la leyenda del milagro se ha repetido. 

Primero el 21 de abril de 1868. Una nueva sequía asoló los campos y provocó otra rogativa, recorriendo el mismo camino que en 1601. Una multitud, a pie y en carros, entonando letanías, acompañó a la imagen de la Virgen portada por 12 vecinos descalzos y alumbrada con los mismos hachones de 1601 y otras velas, portadas por 18 doncellas. Por el camino se unió más gente, llegando a las 10.000, tal como se recoge en el citado blog. Para recibir a la comitiva, las calles de Palencia se engalanaron, tañeron las campanas y se lanzaron salvas. En las inmediaciones de la ermita, con la presencia de más de 20.000 personas, hubo cánticos y música de violín para rogar por la lluvia. Por la tarde la procesión regresó por el mismo camino.

Pese a todo ello, no hubo resultado positivo. La lluvia no apareció y se perdieron todas las cosechas. Según las crónicas, se trató de la peor sequía sufrida en Castilla.

La siguiente vez que una procesión realizó el mismo recorrido fue el 26 de mayo de 2001, con motivo  del cuarto centenario del Milagro. Esta vez la imagen de la Virgen fue transportada en un furgón hasta Palencia y solo fue paseada a pie por las calles de la ciudad y por un breve espacio: de la calle Mayor (engalanada) a la catedral, aunque no faltó una amplia comitiva y los ya tradicionales hachones originales portados por cuatro chicas y con una banda de música.

Tanto el Milagro como Villamuriel ya tienen su Jota. Obra de César Vázquez.