La okupación no solo se produce en viviendas, se extiende hasta las instituciones. Los carentes de curriculum dicen, ocultando sus carencias, que los méritos para acceder a un puesto son residuos de una España demodada, obsoleta, de tiempo pasado. Hoy no hace falta curriculum ni a Doña Begoña. El gobierno está estableciendo una red de nombramientos, de puertas giratorias, como compensaciones personales y para conservar el poder tras las elecciones.  Por eso dicen los manifestantes de la Sanidad en Madrid: «hay que alargar esta huelga todo lo posible». No solo habrá que levantar alfombras, la depuración debe ser profunda. Las actuaciones se agradecen con puestos de trabajo pagados entre todos. Por eso tira del empleo y baja el paro el sector público, no lo privado. Conocí, con Zapatero, al director de una importante red energética al que le debían el favor de haber apagado una importantísima huelga en una provincia catalana para bien del socialismo. Aquel hombre, impregnado de corrupción hasta el tuétano, no pensaba más que en el bien propio. Así llegó a Palencia. Con Franco el paquete era: cargo-motorista; hoy se actualiza con: puesto-puerta giratoria. Los ejemplos son la prueba del nueve: Pepiño Blanco, Ábalos, el de las maletas de Delsy con patrimonio de Venezuela… etc. O el mismo ministro de Cultura al que querían recompensar su silencio al despojarle del puesto con la dirección del Instituto Cervantes. Pero las aves se despluman en temporada. Almodóvar, el director de cine, agarra la pancarta como al borde del ataque de nervios. Yoli, la sindicalista ferrolana que vive en un piso que hizo Franco, acude a salvar las subvenciones vestida de zarina y el jefe vuelve solo, cabizbajo, de marruecos. Lo dijo maese Pedro: «Llaneza muchacho que toda afectación es mala». Has hecho perder el pulso a España. Por eso dicen que en la Universidad no se enseña, no hace falta, agradecen. La alumna follonera de la Autónoma, que no de la Complu, que intentó quebrar a Ayuso tendrá puesto de trabajo como periodista en algún medio afín al gobierno. Por eso voceaba descompuesta: «Ayuso, pepera, los ilustres están fuera».  Ahí consiguió la plaza deseada.