Editorial

La pérdida de población se traducirá en menor peso político

Diario Palentino
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La solución, si la hay, no es sencilla, pero hay que encontrar opciones que atemperen el desastre

Palencia lleva décadas perdiendo población, lamentándolo, demandando soluciones para frenar o, cuando menos, reducir ese goteo, y criticando velada o manifiestamente que no haya incentivos, proyectos e iniciativas que contribuyan a mantener a la gente en su localidad o que incluso atraigan a la de fuera. 

No es un problema de hoy, desde luego, pero sí es más grave que lo fue ayer y anteayer y lo será todavía más si no se encuentran esas vías para paliar la fuga. Una mirada demasiado optimista a los efectos derivados del confinamiento por la pandemia, que apuntaban a un regreso al medio rural de cierto número de habitantes de las grandes ciudades, pudo disfrazar hasta cierto punto la realidad, que no es tan positiva como todo eso. No volvieron tantos ni se subieron al carro del ruralismo y el teletrabajo en los pueblos todos los que parecían apostar por ello. Sí es cierto que el pasado año el cómputo entre los que dejan la provincia y los que vienen a ella fue positivo, al igual que en 2019, pero también lo es que con el fin de las restricciones y la vuelta a una cierta normalidad, vuelven a acrecentarse las salidas de palentinos en busca de mejores oportunidades. Y si le sumanos el saldo vegetativo negativo publicado hace unos días, que arroja el dato de 1.646 fallecimientos más que nacimientos, el panorama es desolador.

 Lo es para todo el país, ya que España pierde población por primera vez en cinco años, señal de que ya no resulta tan atractiva para los migrantes de otros países y señal, asimismo, de que los nacionales han de salir en busca de trabajo, formación, ámbitos para la investigación o calidad de vida. Pero es más duro y sangrante para provincias como Palencia, que sufren desde hace una veintena de años por lo menos ese éxodo y donde la pirámide poblacional está        envejecida. 

No hay ventaja alguna en perder una media anual de cuatrocientas personas desde 2008. Falta relevo generacional en muchos sectores productivos, empezando por el primario que es esencial; los pueblos pequeños pierden dotaciones e infraestructuras en educación, sanidad, servicios sociales y cultura; se reduce la actividad económica por falta de mano de obra joven o de personal debidamente cualificado; se reciben menos fondos estatales y europeos  y se corre el riesgo de que se eche a perder parte del patrimonio al vaciarse de población determinados enclaves. Y, por si fuera poco, Palencia perderá un procurador en las Cortes de Castilla y León si las elecciones se celebran en 2023, pasando de los siete actuales a seis. Es una mala noticia por lo que supone de pérdida de peso político en el parlamento autonómico. Más allá  de las siglas, las reivindicaciones de la provincia suavizan su voz y eso nunca es positivo.

La solución a este desastre demográfico no es sencilla en modo alguno, si es que la hay, aunque por mor de la necesidad se impone ir encontrando opciones que lo atemperen.