La difícil tarea de rastrear el coronavirus

Carlos H. Sanz
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Sandra Bermejo es enfermera y una de las cuarenta personas designadas para trazar los posibles contagios de Covid-19 cuando se detecta un caso positivo, un trabajo esencial para evitar rebrotes

La difícil tarea de rastrear el coronavirus - Foto: Juan Mellado

Sandra Bermejo es una de las 40 rastreadoras repartidas entre los centros de salud de la provincia con el objetivo de trazar la posible red de contagios de cada caso positivo de coronavirus detectado.

Enfermera de profesión, desde su despacho del centro de salud de Los Jardinillos, en la capital, ejerce de detective del Covid-19, un trabajo en el que, asegura, «no hay dos casos iguales» y que puede llegar a ser «ingente».

«Todos los rastreadores somos enfermeros y nuestra misión es hacer un seguimiento para controlar a los pacientes que han dado positivo en PCR, la prueba que determina si tienes o no restos del coronavirus en tu organismo. Básicamente, consiste en ver con qué otras personas ha estado en contacto estrecho ese paciente y, con la colaboración del médico y la enfermera, determinar si hay que hacerles o no la prueba», relata.

Contacto estrecho. Este es uno de esos trabajos en los que contarlo resulta más fácil que hacerlo. En primer lugar, porque la definición de «contacto estrecho» cambia prácticamente para cada paciente, tal y como detalla esta rastreadora.

«Existe un protocolo confeccionado por el Ministerio de Sanidad que fija que hay que analizar las relaciones sociales que mantuvo el paciente con síntomas dos días antes de dar positivo en función de criterios como si utilizó o no mascarilla, si se respetó la distancia de seguridad de dos metros, si permaneció más de 15 minutos con ellos, si hay alguien que le ha prestado cuidados, ya sean familiares o profesionales...», especifica.

Son tantas variables en juego que, tal y como explica Sandra Bermejo, «no hay dos casos iguales». «Esto no son matemáticas, el rastreo depende de cada caso, por eso a veces dos casos que pueden parecer exactamente iguales son distintos en un solo aspecto. Por eso, ocurre que a un contacto del primero se le hace una prueba y a otro del segundo no u otra distinta al PCR», relata.

La peculiaridad de cada caso hace, además, que no exista un número fijo o mínimo de contactos a rastrear por cada caso positivo, pero sí se cumple una máxima: «Cuanta mayor movilidad tiene el paciente más posibles contagios, más difícil es rastrearlos y más tiempo hay que invertir».

El nivel de nuevos contagios permite llevar a cabo el rastreo sin mayores problemas. En el centro de salud de Los Jardinillos siempre hay un profesional ejecutando estas tareas, de forma que el rastreo nunca se detiene.

«Por ahora, vamos bien en cuanto a nuevos contagios», reconoce esta rastreadora, «aunque eso no quita para que mañana todo se tuerza». «Los contagios se dan de forma aleatoria y dependen mucho de cuanto se mueva la gente... y ahora en verano, lo hacen muy a menudo», relata.

un goteo. Sandra Bermejo sostiene que más que rebrotes, por ahora en su centro de salud existe «un goteo de casos», aunque sí ha notado que «es más incesante desde que la población se mueve más». «Hemos tenido contagios de todo tipo, de mayores y de jóvenes, pero más que la edad, a la hora de rastrear la clave es cómo de activa ha sido su vida social días antes de dar positivo. Por eso, un joven que ahora con el buen tiempo se reúne con los amigos, con la familia y sale de fiesta, nos supone mucho más trabajo que un adulto o una persona mayor», comenta. 

Eso hace que en algunos casos Sandra Bermejo tenga que contactar con 10 o 15 personas; y en otras solo con dos. «De momento, damos abasto y ojalá no hagan falta más rastreadores, porque aunque nosotros cumplimos con una función muy, muy importante, es la sociedad la que se tiene que concienciar de que hay que respetar las medidas como el uso de la mascarilla y del gel hidroalcohólico y la distancia de seguridad», sentencia.

Al final del día, queda la parte más tediosa del trabajo, que es volcar todos los datos, y es que el rastreador se encarga de todas las cartillas del centro de salud. «Es mucho papeleo porque la información se vuelca y se envía a la Gerencia de Salud y al Ministerio de Sanidad, que son los que se encarga de la coordinación a niveles más altos».

Así, por ejemplo, si un paciente ha estado en contacto con personas de otras provincias y comunidades, se garantiza la continuidad de la trazabilidad.