Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Realidad geopolítica española

06/12/2022

Tras oír una brillante tesis de Emilio Lamo de Espinosa, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y director general de universidades con Rubalcaba, sobre el papel que hoy ostenta España dentro de la estrategia geopolítica mundial, vi cómo nuestro país, antiguo centro neurálgico de Europa, había descendido tras el peso de la India y China al extremo más lejano, a ser parte de la cola mundial. Me decía Rodríguez Zapatero en distancia corta, que un chino dueño de una cadena de viajes tenía el dinero del producto interior bruto de España. Y eso que son comunistas 'a su manera'.
Rusia ya no es el epicentro mundial con el EEUU de la guerra fría. Se ve que no ha sido capaz de recuperar el estado zarista de Catalina La Grande con su fracaso en la guerra de Ucrania.  Todo eso genera un nuevo orden o un desorden mundial.
Y después de estudiar a Harari, historiador y escritor israelí, profesor en la Universidad Hebrea de Jerusalén, se comprueba que en el nuevo 'desorden' no existen fronteras sino flujos de capital e intereses que dibujados son un gráfico de líneas o rutas de objetivos de atracción entre Asia y Estados Unidos.
Los viejos mapas políticos pasados de moda de nuestro bachiller con fronteras hoy son líneas comerciales como las del tráfico aéreo.
Dice, desde la herida de la diáspora Mercedes Monmani, que existe un amor obstinado a la patria, que tan sólo sienten aquellos a los que se les niega. Concepto semejante a la impregnación del hijo hacia la madre al nacer, que estudia el conductista Konrad Lorenz.
Gritaban los judíos exiliados a causa de los nazis: «Mi patria no es cada país en el que no me encuentro del todo mal; pero tampoco el lugar -refiriéndose a la Alemania hitleriana- donde los actos infames son habituales». El concepto de patria es sentimental. En la realidad sus fronteras y límites son alterables. ¿Sólo es patria administrativa? No, sin ella no somos nadie y es inhumano vivir sin patria. No dejemos de luchar ideológicamente por ella. No hagamos al español, 'hombre sin atributos de Musil', a causa de nuestra indiferencia ante la defensa.