El obispo apela «al don de la vida» y a compartirlo

J. Benito Iglesias
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Manuel Herrero se rodeó en la homilía de la eucaristía de Carla, Rodrigo, Iria y Jesús, niños que han hecho la Primera Comunión este año, a los que invitó a valorar aspectos como la familia, la salud o la educación

El obispo apela «al don de la vida» y a compartirlo - Foto: Óscar Navarro

La festividad del Corpus Christi llenó ayer de fervor y colorido las calles de la ciudad con la tradicional procesión tras dos años en que la pandemia impidió su celebración. Como antesala, en la iglesia de San Francisco -dado que la catedral está cerrada al culto al albergar la exposición Renacer en su VII Centenario- la cofradía del Santo Sepulcro se encargó como otros años de recibir a los distintos grupos participantes en el atrio.

Ya en el templo, se celebró la eucaristía, en la que el obispo, Manuel Herrero, recordó a los feligreses el lema Somos lo que damos, somos Amor, elegido este año para la solemnidad del Corpus Christi y el Día de la Caridad, apelando al «don de la vida» y a compartirlo con las personas más desfavorecidas  y vulnerables. «Debemos ser eucaristía para la sociedad, sobre todo con los más pobres y necesitados», expuso en su intervención.

El obispo quiso compartir la homilía en el altar junto a cuatro niños que han hecho la Primera Comunión este año -Carla, Rodrigo Iria y Jesús, a los que, tras un espontáneo diálogo- invitó a valorar aspectos que los pequeños reflejaron como la familia, la salud o la educación. «Jesús nos da su amor para que vivamos, ya que es la fuente de la vida», precisó.

El obispo apela «al don de la vida» y a compartirlo El obispo apela «al don de la vida» y a compartirlo - Foto: Óscar NavarroUna vez terminada la celebración de la eucaristía se expuso el Santísimo en la carroza en la plaza de San Francisco, para que presidiera el inicio de la procesión y que todos los grupos, al salir, le pudieran reverenciar.

Los niños de Primera Comunión estuvieron acompañados durante la misa por los catequistas y otros responsables que dispusieron desde las parroquias, contando con la presencia en los bancos de miembros de las distintas cofradías penitenciales. Los padres no se situaron junto a los pequeños y se ubicaron en los lugares habilitados para los fieles. Los pequeños guardaron hasta el final de la procesión los pétalos de flores que trajeron para arrojar a la entrada del Santísimo en la plaza de la Inmaculada, junto a la catedral.

al tares en el recorrido. Con motivo de la celebración de la festividad  del Corpus Christi las cofradías palentinas instalaron -alguna ya lo hizo el sábado en la calle Mayor- una serie de altares a lo largo del recorrido para ensalzar el paso de la Custodia con el Santísimo por las calles de la ciudad.

En la procesión -con buena temperatura y sol a ratos- por el centro de la ciudad participaron danzantes, gigantes y cabezudos, representantes de las cofradías y órdenes religiosas, autoridades eclesiásticas y la Banda Municipal de Música. Por supuesto, no faltaron los niños de Primera Comunión. Como manda la tradición, la bendición del obispo puso el final a la celebración religiosa.