Editorial

Cuando una puerta se cierra, una ventana de empleabilidad se abre

DP
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El binomio formación-empleo no es nuevo, pero sigue dando buenos resultados

Frente a la falta de oportunidades en el mercado laboral, a la demanda cambiante, a determinadas carencias formativas y a las dificultades de los colectivos especialmente vulnerables o desfavorecidos a la hora de encontrar empleo, caso de los jóvenes, los mayores de 45 años con cargas familiares, los parados de larga duración y las personas en riesgo de exclusión social; frente a esas puertas en apariencia cerradas a cal y canto, se abre una ventana esperanzadora, cuyas cifras tal vez no sean impactantes, pero sí lo suficientemente significativas como para asegurarle la continuidad en el tiempo. Es posible que con los necesarios ajustes a cada coyuntura o cambio o quizá con un nombre distinto al que tiene en al actualidad, pero con idénticos objetivos y buscando siempre las fórmulas más interesantes y eficaces. El binomio formación-empleo aplicado para paliar el agujero negro del paro, ese que parece tragárselo todo, desde las expectativas a los datos positivos, no es algo nuevo. Pero conviene abordarlo cada cierto tiempo para comprobar sus resultados.

 En el último lustro, los programas mixtos de formación y empleo han abierto esa ventana de la que hablábamos a 415 palentinos, con una inversión cercana a los 5,5 millones de euros. Porque esto no es gratis, aunque sea rentable socialmente y, a la larga, también económicamente y en materia de desarrollo.  En el curso actual 2021/2022 trece entidades, entre ayuntamientos, fundaciones y Diputación, mantienen activo dieciséis de esos programas que promueve la Junta de Castilla y León. Un total de 142 alumnos-trabajadores participan en los mismos, se forman en disciplinas concretas -albañilería, carpintería, jardinería, fontanería, aplicaciones informáticas, atención sociosanitaria, sistema de distribución de agua o actuaciones forestales, por citar algunos ejemplos; también adquieren otras destrezas y habilidades sociolaborales y además perciben un salario. Y es que los conocimientos teóricos y prácticos se aplican a obras muy concretas de las que se benefician las entidades promotoras. Es algo beneficioso para todos, que redunda en mejoras palpables en las localidades donde se desarrolla el programa mixto y en la formación y ocupación laboral de quienes participan en él.

Su origen hay que buscarlo en aquellas escuelas-taller nacidas en Aguilar de Campoo a finales de los años setenta y ochenta del pasado siglo, al amparo de la Asociación de Amigos del Monasterio de Santa María la Real. Desde entonces, es mucho lo que ha llovido y diversos los nombres, las iniciativas, la duración y los contenidos, pero se ha conservado el objetivo de abrir una ventana a la empleabilidad cuando todas las puertas se cierran.