Olas de calor y sequías amenazarán la salud de los palentinos

Carlos H. Sanz
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El sistema forestal de la ciudad también está en peligro por los cambios climáticos que se proyectan a lo largo del siglo

Olas de calor y sequías amenazarán la salud de los palentinos

Los cambios en el clima a lo largo de este siglo afectarán a la capital, sobre todo, en dos aspectos muy concretos: su población y su sistema forestal. Esta es la conclusión de la primera parte del Plan de Acción para el Clima y la Energía Sostenible en el que el Ayuntamiento está trabajando, y que se centra, por ahora, en la evaluación de riesgos y vulnerabilidades que el cambio climático deparará para la ciudad.

Dos son las vulnerabilidades que el estudio llevado a cabo por Buchanan y Tool Alfa para el Consistorio ha detectado, una socioeconómica y otra ambiental. Para las dos establece un nivel medio, es decir, que «es recomendable tomar acciones respecto al medio o largo plazo»; sin embargo, dentro de ellas hay algunos aspectos que presentan una vulnerabilidad alta y, por lo tanto, «es necesario y urgente tomar decisiones».  

De esta forma, el informe, al que ha tenido acceso DP, recoge que dentro de la vulnerabilidad socioeconómica, el aspecto más preocupante y urgente ante el cambio climático, «con consecuencias muy graves», será el impacto sobre la salud de la población palentina. En concreto, el análisis predice «situaciones extremas» que llegará a provocar «pérdidas humanas», así como «un aumento potencial de la mortandad por olas de calor». 

Esta amenaza no se cierne sobre toda la población por igual. Los colectivos que se verán más afectados por los efectos del cambio climático serán «los que menos recursos poseen o se encuentran en riesgo de exclusión social». Por ejemplo, los sectores de la población más vulnerables al calor extremo serán los mayores de 65 años y los menores de 4 años y las personas con enfermedades crónicas. Migrantes y desplazados de otros países en vías de desarrollo, hogares con bajos ingresos o desempleados son otros grupos de población vulnerables a los cambios en el clima que se avecinan en la capital.

En lo que a la vulnerabilidad física y ambiental se refiere, el aspecto sobre el que hay que actuar de forma urgente es el sistema forestal. «La baja capacidad de adaptación a las altas temperaturas y de disponibilidad de agua» hacen que  el sistema ambiental del municipio sea frágil al cambio climático.

El informe advierte de que «los incendios forestales podrán generar pérdidas económicas elevadas y afectarán gravemente» a la ciudad. «Será el impacto que afecte con mayor gravedad a un mayor número de sectores de Palencia», dice el informe, sobre todo en la agricultura y ecosistemas forestales, así como, el medio ambiente y la biodiversidad. En este sentido, el informe pone como ejemplo lo ocurrido en Zamora durante el verano.

También predice que las sequías y escasez de recursos hídricos «generarán una pérdida de calidad de los recursos para abastecimiento derivado de un aumento de la contaminación del agua», y no descarta «tensiones» entre sectores económicos que tienen una gran dependencia del agua (agricultura, industria, etc.).

En definitiva, las actividades locales vinculada a la energía, la agricultura, el medio ambiente y la biodiversidad y las zonas verdes y de recreo también están amenazadas por el cambio climático.

En definitiva, para el municipio, los principales riesgos están relacionados con el calor extremo y las sequías, aunque la evolución del clima en la ciudad también dejará inundaciones, sobre todo de origen fluvial, e incendios forestales, que se agravarán durante los próximos 80 años.

los cambios. A partir del estudio de los diferentes escenarios, el Plan de Acción para el Clima y la Energía Sostenible establece cuáles son las principales consecuencias del cambio climático para la capital. La primera es el aumento de las temperaturas, tanto mínimas y máximas como medias, que será «mucho más acusado en los períodos estivales» y llegará acompañada de «olas de calor más frecuentes y duraderas».

Aunque no se esperan «variaciones significativas de las precipitaciones anuales» sino «una tendencia a la disminución y un incremento de los períodos con ausencia de lluvias», sí que se prevén «eventos torrenciales puntuales» con mayor asiduidad. 

Además, el «potencial incremento de la evapotranspiración, evaporación, déficit hídrico y sequías» se traducirá en «un aumento del riesgo de desertización agravada por la escasa cobertura vegetal y suelo». Y, por último, se aventura una «estacionalidad climática menos marcada con otoños y primaveras más cortos, y veranos más largos, así como inviernos más extremos».