Jesús Mateo Pinilla

Para bien y para mal

Jesús Mateo Pinilla


Profesor de Proyectos

01/02/2022

Me he enterado de que ha fallecido Antonio Escario, extraordinario arquitecto y profesor mío de Proyectos en aquel edificio valenciano neogótico, que sirvió de Palacio de la Exposición en tiempos de Alfonso XIII. 
Un hombre simpático, sonriente, jovial y serio, de aspecto ordenado con apariencia de guardar algo especial en su interior. No era de izquierdas, ni de derechas, pudo ser en su época un hombre independiente, de UCD. A mí siempre me comunicó algo que nunca me expuso.
Corrigió mi proyecto museístico para conservar y dar nuevo contenido a nuestra plaza de abastos. Por entonces marcada al derribo y con mi oposición en nuestro Diario para convertirla en nuevo mercado. Tenía buen concepto de mis dibujos y se abría al diálogo recostados en aquellas mesas enormes, deconstruyendo para construir. 
Terminada la carrera nos volvimos a ver en Madrid, era arquitecto jefe de Educación en Valencia y yo por entonces en Palencia. Nos saludamos con cariño, no exento de cierta complejidad de conmilitones.
Pero algo existía que nunca me comentó. Su biografía, realizada por otro compañero, hablaba mucho de su obra, del hospital de Albacete, el edificio Ripalda, frente al jardín de Viveros y otros testimonios.
Ahora, gracias a Internet, he sabido lo que negaba su sonrisa en lo profundo de su alma. A su abuelo le fusilaron en una saca de la cárcel de Ventas de Madrid y a los tres días a su padre. Ambos eran militares. Yo nunca le escuché queja alguna. Te miraba, comprendía y guardaba.
Los destrozos de aquella guerra llegaron hasta mí. Yo no aguantaba el dolor ajeno.  Escario, siempre discreto, nunca comentó la lucha que mantuvo su madre para sacar la familia adelante. Y lo que aún habla mejor de él, siempre fue objetivo, sin dejarse llevar por presiones ideológicas bien justificadas, que pudo tener. Sus correcciones de maestro nunca mostraron el menor rencor.
Quizá estuvo enamorado de la hija hermana de un compañero y arquitecta de profesión que hizo su tesis doctoral sobre Borges. Fue la represión total de sus emociones para no herir, siempre atadas y envueltas por una eterna sonrisa.
Hasta pronto, querido Antonio.