Un tren lleno de progreso para la cuenca minera de la provincia

Rubén Abad
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Vagones de tren en Guardo. - Foto: Rubén Abad

La historia del carbón en la cuenca minera de la Montaña Palentina está íntimamente ligada al trazado del Ferrocarril de Vía Estrecha. Un camino de hierro que posibilitó hace más de un siglo dar salida hacia el País Vasco al mineral que se producía en las entrañas de la comarca norteña.

Su construcción el 14 de septiembre de 1894 supuso un antes y un después para la economía de la zona. Hasta ese momento, el carbón apenas era utilizado en los pueblos cercanos ya que las dificultades de su transporte más allá de los límites provinciales encarecía en exceso el mineral haciéndolo poco atractivo a los compradores de regiones limítrofes.

Conscientes de las virtudes del carbón palentino, varios empresarios vascos de la época apostaron firmemente por este proyecto que posibilitaría el transporte de cientos de toneladas de mineral a los Altos Hornos bilbaínos.

Los pueblos por los que pasaba el trazado (Guardo, Santibáñez o Castrejón, por citar algunos ejemplos) también pusieron todo de su parte para conseguir que sus vecinos pudieran ser partícipes del progreso que suponía la llegada del Hullero.

Y es que por este trazado no solo transitaban grandes vagones cargados de carbón, también los palentinos de finales del siglo XIX se apuntaron a la moda del ferrocarril.

Un transporte, el del Tren de la Robla, con asientos de madera y una velocidad media que apenas superaba los veinticinco kilómetros por hora que acercaba significativamente localidades prácticamente inalcanzables hasta aquel momento.

Ciento veinte años después de su puesta en marcha, la línea férrea sigue transportando carbón, pero en el sentido inverso, para abastecer  a la Central Térmica de Velilla del Río Carrión.