Fernando Jáuregui

TRIBUNA LIBRE

Fernando Jáuregui

Escritor y periodista. Analista político


Un viernes negro, sí. Y un sábado y...

28/11/2021

Por 'Black Friday', con esa colonización de lo anglosajón que nos anega, conocemos una jornada, ahora jornadas, festivas, prenavideñas, de rebajas y consumo masivo. Salí el viernes a las calles de Madrid, que inauguraban iluminación, y parecía que se acababa el mundo: las gentes compraban frenéticamente, arracimadas --¿distancia de seguridad dice usted?-- en las zonas más comerciales. Pero los periódicos preparaban a esa hora sus portadas con muy otra propuesta informativa: este fue un viernes realmente negro, de pánico sanitario por una nueva variante del virus, el ómicron, que está llevando a Europa a replegarse con cierres, cautelas en los viajes y más controles.

Y fue, por extensión, un viernes negro en las bolsas europeas: el dinero es cobarde y los inversores se retraen ante un posible descalabro de las fiestas navideñas. Porque los índices de contagio siguen, pese a las vacunaciones, creciendo de forma que quizá no suscite la alarma, pero sí una razonable preocupación. Y esa preocupación no se compadece con la absoluta relajación de las medidas preventivas que contemplamos a diario en las ciudades.

El viernes de bullicio en la superficie fue, así, negro cuando escarbabas en una actualidad de calles atestadas prolongada este sábado también en las calles madrileñas por una razón muy diferente: con una manifestación de policías que poco tiene de retorno a normalidad alguna. Nada más anómalo que el hecho de que las fuerzas de Seguridad se lancen a la protesta callejera contra leyes del Gobierno, contra el Gobierno de la nación. Es preciso reconocer que algo ocurre que justifica el malestar policial, sin que quepa aludir, como se alude, a una presunta politización de esas manifestaciones desde la derecha.

Así, la alegría lógica del Ejecutivo de Pedro Sánchez por haber logrado aprobar los Presupuestos sin tensiones excesivas y sin contrapartidas demasiado onerosas tiene como otra cara de la moneda un patente descontento en sectores de la sociedad. La manifestación policial no es sino la muestra más visible, puntual, de ese descontento: el país alegre y confiado es una caldera política en alto grado de ebullición. Y las luces --tan caras-- de la Navidad que llega no bastan para iluminar todos los ángulos oscuros de nuestra democracia.

El 'Black Friday' fue verdaderamente black. Los días que nos vienen tampoco parece que vayan a ser demasiado rosados: el recuerdo penoso de los duros meses pasados con restricciones de todo tipo vuelve a resonar en nuestras mentes. Ignorarlo no sirve de mucho. Más vale prevenirlo, para disipar posibles presagios. Que serían, claro está, negros.